Por Javier Compás.
No sería descabellado decir, a la vista de que España encabeza las cifras europeas actuales de contagios por Coronavirus, que los políticos españoles carecen de imaginación y eficacia para resolver los problemas del país. Mucha de esa ineficacia, y esto ya es una opinión estrictamente personal, creo que reside en la política de “reinos de taifas” que son las autonomías. Dicho todo lo cual, hay quien culpa de esta “segunda oleada” de la COVID 19 a botellones y fiestas juveniles en general.
Realmente dentro de esa que dicen “la generación mejor preparada de españoles” (siempre lo dicen de la última generación en llegar) hay una legión de descerebrados (y descerebradas), que en su soberbia juvenil, falta de educación y, en general, una visión hortera y superficial de la vida, creen estar por encima del bien y del mal y tener derecho a lo que sea por algo que nadie se gana por méritos propios, ser joven.
Como decía el gran George Bernard Shaw, “la juventud es una enfermedad que se cura con los años”, lo malo es que la edad a la que esa enfermedad deja de mostrar síntomas parece que llega cada vez más tarde y, en los peores casos, no llega nunca, porque si la inconsciencia es propia de la juventud, tener ciertas actitudes ya con una edad es simplemente patético.
Pues si juntamos a una población irresponsable con unos políticos inoperantes ya tenemos el belén montado. En este caso las cifras más malas de Europa de contagiados por habitantes. ¿Y quién paga el pato? Pues la hostelería, cómo no, fuente de todos los vicios. Prohibir la entrada de clientes en un bar a las doce de la noche en verano, para cerrar a la una y no permitir que los bares de copas ni siquiera abran, es la solución fácil y barata para el político, pero es la ruina para miles de familias.
Si se tiene que contagiar uno en un bar, va a dar lo mismo que sean las diez de la noche que las dos de la mañana. Pero si con esa medida en realidad es que se quieren evitar saraos alcohólicos de últimas horas, propongan otras soluciones, sancione ejemplarmente a los locales que lo permitan, ponga controles e inspecciones. Los jóvenes no van a renunciar a divertirse, así que mejor que lo hagan controladamente que en botellones salvajes en cualquier plaza molestando a los vecinos.
Salir de un acto en Sevilla, rozando los 30º C a las 12 de la noche y no poder tomarte una cerveza en ningún sitio, es un despropósito absoluto y un error que acarreará más paro, más locales en traspaso, más mercancías almacenadas sin vender en los proveedores, la ruina vamos.