Por Antonio Jiménez-Riquelme.
El que les escribe tiene muy claro desde hace muchos años, muchos, que mi país fue, es y será España, pero que mi tierra ¡ay, mi tierra! es sin duda alguna, Andalucía, todas y cada unas de ellas, de las muchas andalucías que existen.
Como cuando paso cerca de Alcalá la Real, en Jaén, el pueblo que vio nacer a mi abuelo Tomás, sí, ese que fuera el último guarnicionero de la calle Pages del Corro, tan cerca de San Jacinto como de la Cava de los Civiles. O cuando voy camino de Graná y hago parada y fonda en el pueblo mas creyente del antiguo reino de Granada, Santa Fe, el de mi Abuela Mercedes y el de los piononos, esa obra de arte de la repostería andaluza.
Pero es que si miro a occidente me encuentro con Manzanilla (el Condado de Huelva) simiente de los generosos y trabajadores taberneros de Sevilla, desde donde llegaron a Triana, casi ná… mis abuelos maternos, Antonio «el Chiva» y Ascensión, en los duros años 50 del siglo pasado. Hasta Santa Cecilia, más concretamente y claro, terminaron siendo taberneros de Triana y luego y hasta nuestros días en el Greco, en el límite entre el Polígono y la Huerta de Santa Teresa.
Siendo mi Padre Tomás, trianero y mi Madre Antonia, «mantúa» que más puedo decir, o sí… cuando por ejemplo voy a La Isla de León y paseo por la calle Real, o cojo la «carterilla» para perderme por Cádiz, y me siento como en el salón de mi casa, paseando por Santa María y me encuentro de frente con San Juan de Dios, donde en su hospital nació mi hermano Oscar.
Como no podía ser de otra forma, este sevillano del Polígono San Pablo, aunque de prestao en La Alfalfa «el pueblo más cercano a Sevilla» D.Ismael Yebra Sotillo -dixit-, sólo puedo darle gracias a la vida por correr sangre jiennense, granaina, onubense y trianera por mis venas y ser padre de dos sevillan@s maravillosos.
Así que ¡Viva Andalucía!.