Por Raúl Delgado.
Hace poco, este que escribe, les recordó queridos lectores, que, Antonio, el Canijo de Carmona, es como Pedro, el de los Majaras. Este último, ni se llama Pedro ni está Majara y Antonio ni está Canijo ni es de Carmona.
Bueno, pues me equivoqué tan solo en una cosa en referencia a Antonio, que no estaba Canijo, porque sí lo está, cosas que pasan en la cuarentena de este virus que no se sabe si vino de China, de EEUU o si lo trajo un murciélago.
Antonio seguirá siendo un Dios Baco sevillano en el imperio de Gades, pero no se asusten, que ahora tiene un tipo de galán, de esos de las comparsas clásicas gaditanas del Gavilán.
Dicen las malas lenguas que los kilos los dejó guardados en la peluca de Los Cabezas y que a su sastre, que le cobraba el tipo según los metros de tela, no le ha hecho tanta gracia todo esto.
Habrá guasa en las redes sociales, que si está mejor, que si está peor e incluso ya habrá futurólogos que afirmarán que ya hasta por ello, tiene nombre y tipo para su agrupación el próximo año.
Y qué quieren que les diga, de lo bueno y más si es a alguien que aprecias, uno se alegra más que cuando quitaron el peaje entre Cádiz y Sevilla, nuestra novia y madre vamos.
Bueno querido Canijo, ahora poco a poco, sin prisas, como compones las letras de tu grupo, a cogerle de nuevo el ritmo a la vida y… quien sabes si ahora, sí te atrevas a tirarte por el puente Canal.