Por Avanti. Contador de Pamplinas.
Un incisivo de mi Joselito ha decidido que había llegado la hora de hacer puenting y dejar una carita, si cabe, aún más bonita.
El tiempo a veces pasa lento, muy lento…otras veces es tan rápido como Santa Marta de vuelta, no ha llegado cuando ya se ha ido.
Basta que uno quiera que pasen las horas para que el tiempo te mire y pase olímpicamente de ti. El tiempo se descojona de nosotros, hoy piensas que son demasiado pequeños y al minuto siguiente les estás pidiendo su opinión de algo.
Ese diente no es más que una pieza de la partida de dominó que jugamos contra nosotros mismos, contra las manecillas del reloj. Manecillas ingobernables. Cada diente un escaloncito más, un escaloncito menos.
La Bella convirtió a la Bestia en un galán y mi Joselito me convierte a mí con su sonrisa mellada en el mayor de los enamorados.
El Ratoncito Pérez se lleva el marfil más preciado que existe y cuando sale por la puerta gira su cabecita y me regala una miradita y un consejo: “DISFRÚTALO”.
El mayor de mis secuaces va pasando las hojas del calendario, por cada una que yo quito él quita cien.
No somos más que idas y venidas de ratoncitos que dejan monedas de chocolate…no somos más que sonrisas melladas por donde se escapan las “s” de los besos.