Por Miguel Ángel Vázquez
La derecha sevillana (y la española en general) tiene un serio problema de educación y de memoria. En los últimos años, tras salir democráticamente del Gobierno de España, todas las terminales del PP se dedican en exclusiva a generar crispación y enrarecer la convivencia porque no soportan que la izquierda esté al frente de los mandos de este país. Uno de los momentos donde su griterío se recrudece es cada otoño con la presentación de los Presupuestos Generales. Este año, como era de prever, no ha sido una excepción. El mismo discurso ramplón, tramposo y falsario para confundir a la opinión pública.
Las cuentas del Estado para 2022 cumplen con Andalucía y Sevilla, pero, sobre todo, persiguen objetivamente el bienestar de la ciudadanía para hacer posible una recuperación justa, no como ocurrió en la crisis anterior. Si nos referimos a nuestra comunidad autónoma, el proyecto da respuesta al mandato del Estatuto, otro ejercicio más, de equiparar el volumen de inversión al peso de la población, algo que no ocurrió en ninguno de los siete presupuestos que sufrimos en la etapa de Mariano Rajoy.
Pero bajando a Sevilla, las cifras que se recogen están a años luz de las migajas que nos concedía el Partido Popular. Son los mejores presupuestos para la provincia en los últimos diez años, que también tenían la firma de otro gobierno socialista, y contemplan una inversión total de 486,4 millones de euros, 118 más que los consignados este año.
Ahora que la SE-40 cuenta con cantidades superiores que en época de Rajoy en la Moncloa, el PP se queja. Ahora que se apuesta por la red ferroviaria de cercanías que el PP abandonó, la derecha protesta. Ahora que se acomete la rehabilitación del Museo Arqueológico que los populares guardaron en un cajón mientras que este emblemático edificio se deterioraba alarmantemente, plantean dos huevos duros más. Esto, en mi barrio, se llama actuar con hipocresía e impudor. Hay que echarle rostro a la vida para hacer de la política un gallinero a fin de tapar sus propias vergüenzas. Ellos perseveran en su desmemoria, sin embargo, otros tenemos grabado a hierro el castigo al que, sistemáticamente, la derecha ha sometido a nuestra tierra. A Andalucía y a Sevilla nos va mejor con un gobierno del PSOE en España. Es un hecho sustentado en datos, no una opinión.
Sólo con las partidas dedicadas a capital físico, esto es, a las infraestructuras, los presupuestos se defienden por sí solos. Pero estas cuentas son mucho más. Incorporan el mayor gasto social de nuestra historia: 248.391 millones de euros. Se contemplan políticas e inversiones dirigidas a las personas: la subida de pensiones según el IPC, bonos para alquiler, más dinero que nunca para becas, la mayor oferta de empleo público desde que recuperamos la democracia, más apoyo para las familias vulnerables, una apuesta inédita en medidas para jóvenes…
Unos presupuestos que, por tanto, ponen el acento en las personas y que van a permitir superar esta crisis derivada de la pandemia sin dejar a nadie atrás. La bonanza de estas cuentas es directamente proporcional al estruendo artificioso que ha montado la derecha. Quizá habría que recodarles, recurriendo a Borges, que les iría mejor no hablar cuando sus palabras no mejoran el silencio.