Por Avanti. Contador de Pamplinas.
La rutina es como esos interminables tramos de Nazarenos que entre paso y paso son tan imprescindibles como tediosos…esos días que parecen “copiados y pegados” una y otra vez.
Por fin se recogió el Nacimiento, se guardó el árbol y se empezaron a sudar los polvorones de limón. Por fin se dio carpetazo a la Navidad, por fin volvió el «tiempo normal».
Existe un tiempo de espera entre las fiestas que a veces vale más que las mismas fiestas. Un tiempo de pausa que nos va cargando el alma con el día a día.
Rutina la llaman. «Bendita rutina» la llamo yo.
La rutina es volver a colgar la medalla de la hermandad del cabecero de tu cama cuando la Semana Santa te dice adiós con la manita, es guardar la flor del traje de flamenca en lo más alto del altillo o darle una agüita a los bañadores cuándo se termina el verano.
La rutina es lo más parecido que hay a un cuñao…son tan coñazos como necesarios.
A veces pensamos que la rutina, nuestra rutina, lo único que hace es lastrar nuestras vidas. Y es justo lo contrario, la rutina, nuestra bendita rutina, es eso que hace que llegado el día disfrutar aún más del momento.
Niños que vuelven a la escuela, padres que vuelven al curro y madres que se multiplican por mil y son capaces de parar dos penaltis a la vez en porterías diferentes. Eso es la rutina, convertirse en superhéroes para que el barco salga y llegue del puerto a la hora correcta.
Los días de celebraciones están bien, muy bien, pero la rutina está mucho mejor, que sí, que te lo digo yo.
Disfruta de tu rutina, tu bendita rutina, porque es la que hace que tengas ganas de Reyes Magos tirando caramelos, de Palios de vuelta o de calles que te llenan los zapatos de albero.
Brindo por esa bendita rutina que nos lleva lejos de hospitales y colas del INEM…FELIZ VUELTA A LA RUTINA AMORES.