Por Raúl DG@Rauldga
En aquel local de la Avenida Menéndez Pelayo, ahora lugar de Kebab y pizza, para otros eso, que un servidor es más de caracoles de Casa Remesal o de caballitos de jamón de Las Golondrinas, se daban cita esos a los que, y así hemos oído en alguna otra ocasión, llamaron los locos del carnaval.
Por entonces, a mediados de los noventa, aquel negocio regentado por D. Antonio Melero, bien podía hacerle la competencia a Pichardo, en cuanto a disfraces. Aunque lo importante y por lo que nos reuníamos allí, no era por ver si había pelucas de colores, barras de maquillajes o algún disfraz que para el carnaval nos sirviera. Allí por lo que verdaderamente íbamos en esos años, es para ver si ya desde Cádiz, habían venido las cintas de casette de “Los Quijotes del Sur”, “El Vapor”, “Los Lacios” o la tan ansiada “Una chirigota con clase”. Y ya de camino, si nos podíamos hacer de un libreto, la cosa mejoraba por momento.
Y es que, en esta ciudad, Fiestas Melero, era punto de quedada y reunión, donde conocer a esos que también a más de uno lo tachaban de loco y que bendita locura madre mía. Eso sí, curioso que lo hacían por disfrazarnos en carnaval y cantar por las calles de Sevilla y ahora cualquier carajote se disfraza por Halloween y abraza esa fiesta explotada en mayor parte por los norteamericanos. ¿Tan raro puede resultar que algunos prefiramos Tosantos y a Don Juan Tenorio más que a las calabazas, al truco y a la madre que los parió?
Pues sí, aquel local podríamos calificarlo como un lugar de encuentro, que sirvió como raíz para emplazarnos a los que allí nos dábamos cita, en un bar de la calle Recaredo, para asentar las bases de lo que fue la peña carnavalesca “Los Caperucitos” y que se ubicó en el número diez de la Avenida Luis Montoto, todavía calle Oriente para much@s. Igualmente decir que de esta peña salió la primera comparsa femenina, en participar en el concurso carnavalesco gaditano.
Así, que vaya desde este rinconcito, este pequeño homenaje, porque estas cosas hay que hacerlas cuando uno está vivito y coleando y no estando criando malvas en San Fernando. Gracias D. Antonio Melero, impulsor y podríamos decir, que mantenedor incluso y hasta conservador de todo el carnaval que nos venía de Cádiz. Sin usted, muchos grupos de esta ciudad hoy no existirían, muchos de los que amamos esta fiesta, tampoco nos hubiésemos conocido y, sobre todo, por decirnos siempre aquello que cantaba “La mar de coplas”, «…a vivir que son dos días, que viva la alegría y que viva el carnaval».