Por Pepa Loperena.
La desesperación es un sentimiento inequívocamente real en la persona que lo sufre, lo que puede que no sean reales, o realmente insuperables, son los motivos que provocan esa desesperación.
La historia de Jesús Moreno Naranja, que lleva meses manifestándose ante las puertas del Ayuntamiento, me hace ver realmente lo que es la desesperación. Desconozco si sus motivos son reales o no, pero que está desesperado, sí que sí.
A las puertas del Ayuntamiento, en un día tremendamente lluvioso y frío de enero, este señor temblaba agarrado a una cruz sólo vestido con una bata blanca, descalzo. Según hemos visto por las redes sociales, venía así andando, por lo menos, desde la avenida Ramón y Cajal. Yo lo encontré allí, en la Plaza Nueva, parado cual “hombre estatua” con una cuerda atada a su pie que arrastraba unos tablones que hablaban de humillación.
Funcionarios de la Casa Consistorial me comentaron que estuvo contratado en la imprenta municipal, que pertenece a la bolsa de trabajo y considera injustificado que no lo vuelvan a llamar… pero que no acepta ayuda de los servicios sociales, que insulta a la policía que se le acerca, que se niega a la atención médica. Ayer, tras horas bajo la lluvia no le quedó más remedio que ser paciente en la ambulancia avisada por los empleados del Ayuntamiento. Otra vez la maldita desesperación, la falta de esperanza y hasta dónde nos puede llevar.