Por Virginia López.
Sevilla, ciudad romántica por antonomasia, cuna de inolvidables historias y leyendas de amor y espacio único donde se sedimentan infinitas gotas del elixir del amor, es el lugar perfecto para celebrar el Día de los Enamorados. Hoy y siempre. Los 365 días del año.
Así que aunque no estés en ella físicamente, te vamos a trasladar a insospechados enclaves de la ciudad que están relacionados con el Amor.

Glorieta de Bécquer en el Parque de María Luisa
Nos olvidaremos por un momento del lugar más romántico de Sevilla, que de ser votado por sus habitantes, sería sin duda la Glorieta de Bécquer en el Parque de María Luisa. En liza con el Barrio de Santa Cruz. De un recoleto espacio pasaríamos a un delimitado espacio que puedes recorrer pérdidamente enamorado.
Porque sí, estamos pérdidamente enamorados de Sevilla e infinitamente orgullosos de la misma. Así lo pregonan en Facebook miles de sevillanos, nativos o residentes, es lo mismo.
Ya nos regaló Gala su desaforado aforismo:
«Lo malo no es que los sevillanos piensen que tienen la ciudad más bonita del mundo…lo peor es que puede que tengan hasta razón.«
Parques y jardines, estatuas y fuentes, callejuelas y adarves, torreones y balcones, flores y velas, lunares y farolillos. Sevilla exalta el amor que se respira en toda ella.
Pero ese es el amor conocido, por eso hoy vamos a hablar de lugares de Sevilla relacionados con este sentimiento universal, pero desconocidos por el gran público pues atañe al callejero más recóndito.
¿Cuáles serían los Amores que circularon por el Pasaje del Barrio de la Feria?

Pasaje de Amores
Pues me temo que aquí nos toca desmitificar tal sugestivo rótulo: Pasaje de Amores. Así como su configuración pues su apariencia de adarve es engañosa al tratarse de un corredor artificial abierto en 1910 por el propietario del solar, Manuel Amores Domínguez, de donde proviene el nombre. Una costumbre bastante común, no olvidemos que la familia Sáenz nombró las calles de la antigua Huerta de los Toribios, a espalda de la Muralla de la Macarena.
No importa, nuestra imaginación es capaz de ver en sus recovecos, ecos del amor pasado o de rememorar los amores enfrentados del Rey Pedro “El Cruel” a Doña María Coronel, obligándola a pasar por la Ermita de San Blas, muy cerquita de allí.
Ésta es la única calle del casco antiguo que lleva un nombre relacionado con el amor, el resto están en la periferia, en distintos puntos, de ahí que si le preguntamos a alguien por la Calle del Amor en Sevilla, tal vez se lo tome a guasa.

Se encuentra en el Parque Amate y se trata de una vía muy frecuentada ya que bordea el parque de la Avenida de Andalucía a la avenida de Carlos Marx. Se desconoce el origen popular pues la calle se rotuló así en 1978 para oficializar cómo era llamada.
En las cosas del querer hay Amores y Amoríos, si bien este último término nos puede hacer pensar en los líos de la revista y programas del corazón pero literariamente evoca los requiebros y enredos amorosos de los prolíficos Hermanos Álvarez Quintero. En el Tiro de Línea, entre la Avenida de la Paz y la Parroquia de San Juan de Ávila se concentran las calles denominadas con sus obras. Ésta linda con la famosa Malvaloca, la Plaza de los Duendes y desemboca en Puebla de Mujeres. Mucho amor revolotea por esas calles, un amor racial, con duende, un amor sin fronteras.

Los Enamorados de Bellavista están de enhorabuena. Allí se encuentra una calle dedicados a ellos en un espacio limítrofe de la antigua autovía Sevilla Madrid.
No podemos pasar por alto el Amor de Dios, nombre que deriva de un antiguo hospital y que constituye una de las calles del centro más conocidas. En los 80 hubo un bareto muy apañado con el nombre Amor de la calle. Y sin duda, sin amistad no hay amor. No podía faltar una calle con ese bello sentimiento, está en pleno centro, desembocando en la calle Águilas.
Sevilla enamorada y Sevilla enamora.
Cualquier lugar sevillano se embellece cuando el amor de dos personas florece y los besos se multiplican.

Pero para qué negar que siempre buscamos el escenario perfecto para ese beso de pareja y en los últimos tiempos proliferan, especialmente en zonas turísticas, los rótulos anunciando una calle del beso para prodigarse del mismo.
En Sevilla tuvimos nuestra calle de los besos, según nos cuenta González de León. Fue también antigua calle de duelos y hoy calle San Diego. La otra calle San Diego, por extraño que parezca se mantiene esta dualidad, está en el Arenal. Por cuatro centímetros no es la calle más estrecha de Sevilla cuyo récord se lleva Mariscal, eso sí, en su tramo menor. Circula entre malos informadores de Sevilla que la calle es Reinoso y hasta alguien lo escribió en la Wikipedia. No hagan caso, lean a nuestros cronistas.
Ambas calles – Mariscal y San Diego – las más estrechas no podían estar sino en el Barrio de Santa Cruz. La calle San Diego, antigua calle de los besos es un callejoncito que desemboca en la Plaza de los Venerables, haciendo esquina con la Hostería del Laurel y frente a la calle Justino de Neve, antigua Chorro, donde una cerámica nos recuerda que allí nace el mito de Don Juan, redimido por el amor de Doña Inés.

¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor? Esta aura que vaga, llena de los sencillos olores de las campesinas flores que brota esa orilla amena; esa agua limpia y serena que atraviesa sin temor la barca del pescador que espera cantando al día, ¿no es cierto, paloma mía, que están respirando amor?
Una insidiosa placa viene a vendernos un trocito de calle donde hacerse la foto y hacer negocio pues un establecimiento tuvo la ocurrencia con el beneplácito del ayuntamiento de colocar una placa, eso sí con el emblema del establecimiento con apariencia antigua. ¡Ea, ya tenemos el ardid para los guiris! Como si Sevilla necesitara eso por no tener escenario donde besarse hasta saciarse.
Nuestros antepasados no tenían que recurrir a eso, ya tenían el revoloteo de las palomas de la Plaza de América para soñar con el amor.
