El Bellas Artes celebra el IV centenario del nacimiento de Pedro Roldán 

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CRISTO DEL PERDON. PEDRO ROLDAN. IGLESIA DE SANTA MARIA CORONADA, MEDINA SIDONIA, CADIZ

El Museo de Bellas Artes de Sevilla celebra el IV centenario del nacimiento de Pedro Roldán (1624-1699), con una muestra inaugurada por el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Arturo Bernal, que podrá visitarse hasta el 10 de marzo

La exposición ‘Pedro Roldán, escultor (1624-1699)’, una muestra que conmemora los 400 años del nacimiento del escultor, ofrece a través de una selección de 44 obras «una visión actualizada y rigurosa de la producción del artista, una de las figuras estelares de la escultura barroca española, y cuya influencia se extiende hasta nuestros días», ha señalado Bernal.

La exposición, que podrá visitarse en la Sala V de la pinacoteca sevillana hasta el 10 de marzo de 2024, reúne 36 esculturas de Pedro Roldán; dos de su hija, Luisa Roldán ‘La Roldana’ –La Virgen de la Leche y Cabeza de San Juan Bautista Niño–; un dibujo de Ricardo Villodas y de la Torre –Retrato de Pedro Roldán–, cedido por el Museo del Prado; una pintura de Francisco Meneses Osorio –San José con el Niño–; y otra de autor anónimo –Cristo de los Dolores de San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús–, así como un grabado de Juan de Valdés Leal –Triunfo de San Fernando–.

Completan la muestra conmemorativa, comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y especialista en la obra de Roldán, José Roda Peña, los documentos de la partida de bautismo del artista, procedente del Archivo de la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Sevilla, donde fue bautizado el 14 de enero de 1624, y el informe emitido por el propio Pedro Roldán sobre los reparos que necesitaba la cúpula de la parroquia del Sagrario de la Catedral.

Pedro Roñdán es la personalidad más relevante del panorama escultórico sevillano de la segunda mitad del siglo XVII y una de las figuras estelares de la escultura barroca española, como lo ha reconocido la historiografía artística a partir del tratadista y pintor Antonio Palomino en 1724.

Resulta incuestionable la impronta que dejó, entre sus contemporáneos y hasta bien avanzado el siglo XVIII, su peculiar técnica de talla abocetada y su gusto por las composiciones abiertas.

La reconocible caracterización estilística y morfológica de sus imágenes reflejan una contenida dinamicidad y notable capacidad expresiva, sin olvidar su contribución a la hora de consagrar determinados modelos iconográficos.