El encaje de las naciones

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Por José Muñoz Almonte.

Después del espectáculo ofrecido en el Congreso por los llamados “padres de la patria” con ocasión de la investidura del nuevo presidente del Gobierno, uno no puede evitar recordar a aquél presidente de la I República, Estalisnao Figueras, catalán por más señas, que levantándose de una mesa -no se sabe si bilateral- dijo a sus colegas: “señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Acto seguido se marchó a Francia.

Es muy posible que alguno de los 350 asistentes a las últimas sesiones de investidura, en algún momento, pensaría lo mismo que el tal Estanislao, pero, desde luego, nadie lo dijo. Si acaso, solo una diputada de Canarias mostró su disgusto por el comportamiento de todos sus compañeros congresistas, provocando, lógicamente, el más sonoro de los silencios, incluido el de Teruel. “España y yo somos así, señora”, contestaría alguno muy para sus adentros.

No estaba ya en el hemiciclo ese otro catalán, Borrell, que, a imitación de Estanislao, ya se marchó a Europa evitando así que le volvieran a escupir en su escaño los mismos que abogan por el diálogo como forma de abordar problemas que les importan un comino, pero que previamente han ido creando. Otro catalán, Iceta, federalista como Estanislao, cree que en España, de momento, hay ocho naciones – con Estalisnao hubo más y hasta Jumilla fue nación-, y aunque todavía no me las sé de memoria, me consta que entre ellas está Andalucia.

Pudiera ser la gran oportunidad para nuestra tierra el que nos pudiésemos sentar en una mesa desjudicializada, de gobierno a gobierno, para empezar a hacer política de verdad. Quién sabe si por fin dejaríamos de ser el vagón de cola de Europa.

Reformado, como se pretende, el estado de las autonomías, no estaría demás probar con el estado de las naciones en el que, según Iceta, aparte de Cataluña, irían encajando todas las demás. Está claro que si, hasta ahora, para encajar a Cataluña y Pais Vasco ha habido que ir desencajando a gran parte de España -pregunten en Extremadura-, no es mala idea buscar un sistema en el que, siendo todos naciones -nada de nacionalidades ni chorradas-, el encaje sería en un mismo plano de igualdad con los mismos derechos y obligaciones para todos y todas ¡Cómo no se nos habría ocurrido antes! Gracias, Iceta. 

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