Por Avanti. Contador de Pamplinas
Si la Navidad es alegría, es única y exclusivamente porque celebramos el nacimiento de nuestro Vecino.
Déjame que te cuente una pamplina que me pasó ayer mismo mientras mi cuerpo era conquistado por tropas y tropas de soldados de fino y menudo con tanques de rebanada de pan de pueblo. Pues eso que con mis fronteras ya desarmadas escucho:
“¡Ya vamos a estar celebrando el cumpleaños de nuestro Vecino!”
Ole ahí, celebrando un cumpleaños. Pero no uno cualquiera, celebrando el cumpleaños de nuestro Vecino: el que manda de verdad, el que da las altas hospitalarias en mi pueblo, el que da y quita la razón, Él.
Y como en los buenos cumpleaños se canta, se bebe, se ríe y se recuerda. Que no hay una noche en el año donde se recuerden más las sillas vacías que en la Nochebuena.
Llevamos siglos celebrando el mismo cumpleaños y en ocasiones ni siquiera invitamos al homenajeado: Él, el Niño Jesús.
Sin Él la Navidad es mentira, sin Él la Navidad es un cumpleaños donde el cumpleañero se queda en la puerta de la casa.
Sin Él la celebración de la Navidad no es más que el escaparate de un centro comercial con regalos vacios, platos llenos de marisco que saben a engaño y vinos que dan más sed que la que quitan.
Con Él sentado a la mesa todo es distinto, el vinomalo sabe al mejor vino de Jerez, los platos de jamón york saben al mejor jamón de Huelva…y las sillas vacías vuelven a ser ocupadas por los que nos enseñaron que la alegría es la única herencia verdadera.
Ya mismo está San José llevando a la Virgen María al pesebre para que la historia tenga de verdad sentido. La Virgen pare y con Ella nace nuestra vida eterna.
¡SONRÍE! La Navidad es el comienzo para empezar a creer que en esta vida todo tiene sentido…y es que el Niño Jesús volverá a salvar hasta a los que no lo invitan a su propio cumpleaños.
¡VIVA LA NAVIDAD CARAMBA!