Por Pepe Muñoz.
Es de suponer que para la próxima investidura la votación en el Congreso será por llamamiento personal y a viva voz. Es más segura y se evita el error al no acertar con el botón adecuado. Que haberlos, haylos: los errores, claro.
Además ahora tampoco habrá error si alguno emplea lengua distinta al castellano; para eso están los traductores. Traductores que podrían haber contratado mucho antes para que nos hubieran traducido al común de los mortales las promesas de acatamiento a la Constitución que últimamente hacen algunos diputados al tomar posesión de sus escaños. Así ahora, esa carencia queda subsanada y si en la votación personal un catalán vota sí en su lengua, el traductor lo trasladará al castellano y dirá sí al tiempo que aparecerá también el sí en la pantalla instalada para periodistas y público. La posibilidad de error es nula. Lo mismo si vota no, entonces el traductor lo convierte en no y es también el no lo que aparece en la pantalla.
El sistema, en este caso, se podrá entender como una versión aumentada y corregida de Barrio Sésamo pero es que incluso cuando el catalán dice abstenció para abstenerse, el traductor supera esa dificultad sin ningún esfuerzo añadido y entiende que significa abstención. Lo que es el progreso. Quien lo diría.
PD. Esperemos que a ningún andaluz se le ocurra decir nanai en vez de no, ni no ni ná en vez de sí. Serían ganas de molestar al traductor.