Por Javier Compás.
Un lugar emblemático, y no es un tópico, del centro de Sevilla. Una tienda de ultramarinos donde encontrar deliciosos productos, con un valor añadido, esa trastienda donde oficia Emilio Vara desde hace 30 años. Un tándem complementario, la seriedad tímida de Francisco Moreno, Kiko, en el mostrador de la tienda y la conversación desbordada de Emilio adentro.
Emilio Vara es trianero y ejerce de ello, para él es un privilegio el paseo hasta su lugar de trabajo, Triana, el Puente, El Arenal… un disfrute a pie del que goza cada minuto.
Centro Histórico – Trianero militante.
Emilio Vara – Cómo lo sabes. Trianero de cuna. Entré en Casa Moreno a finales de Febrero de 1990 y me considero un privilegiado, mi camino al trabajo son unas pequeñas vacaciones.
CH – La trastienda de Casa Moreno, tu territorio, es muy importante.
EV – Lo más importante, un espacio singularísimo. Una tienda con más de 100 años, ya había una tienda de ultramarinos cuando la compró Francisco Moreno.
CH – Que por cierto, formáis una pareja muy singular.
EV – A él le gusta esa historia, es tímido, serio, yo soy más abierto, me gusta hablar, él aprovecha esa baza de su subalterno.
CH – Cerrasteis, como todos, con la pandemia, no vais a abrir hasta Septiembre, ¿todo esto va a ser un antes y un después?
EV – Totalmente. Se va a cargar el centro, ya últimamente estaba supeditado al turismo. La gente un buen café y una buena cerveza se la puede tomar a gusto en cualquier sitio de Sevilla, no les hace falta el centro. Además el centro tiene su época, la Cuaresma, Semana Santa, en Navidad. El centro es caluroso, la gente en verano busca espacios más abiertos. Se ha juntado el COVID con lo que es el centro en Julio y Agosto, que se queda siempre muy vacío.
CH – Emilio, con 30 años en la trastienda de Casa Moreno habrás visto allí de todo.
EV – Y he aprendido mucho. Políticos, personas de la abogacía, médicos, artistas, gente anónima pero que en su vida profesional son personajes importantes. Hay que guardar mucho las formas y saber tratar a cada uno.
CH – Además es un sitio pequeño donde el trato social es muy cercano.
EV – Pero eso le gusta a la gente. Mira, tengo una anécdota muy curiosa, un matrimonio de Cádiz que llegó a Sevilla un sábado, entraron a las 12 a tomarse una copa de vino de Jerez, estaba la tienda vacía y escucho que ella le dice a él, bajito, “vámonos que no hay nadie”, en vez de aprovechar el momento para disfrutar tranquilamente del sitio, volvieron a las tres con aquello lleno, no se cabía, y ya estaban contentos y pidieron sus dos copitas.
CH – Gusta la bulla y gusta el descubrirles a los demás el sitio.
EV – Hombre sí, y conocer al camarero y que lo salude, se sienten importantes.
CH – A ti te gusta poner tus escritos por allí, tus ocurrencias, el camarero es como un psicólogo, y más en tu caso, con un rasgo de filosofo.
EV – Total. Yo actúo, como los humoristas, que pueden ser muy serios por la calle. Yo, cuando estoy allí tengo que hacer que el cliente sea lo principal, que se sienta a gusto. Si hay que poner el Don por delante, se pone. Yo tenía un cliente muy famoso del barrio, Tobalito, era un terrateniente, Pepe, pero cuando llegaba con gente me decía: “Emilio, hoy me tienes que llamar Don José”, y yo “Buenas tardes Don José…”, el cliente siempre se debe de sentir lo más importante.
CH – Ese amor tuyo por las letras, por la poesía, tendrá que ver con que tu padre fuese periodista.
EV – Bastante, yo he sido un lector precoz de periódicos. Mi padre llegaba, en aquellos tiempos que los periodistas terminaban a las 4 de la madrugada, lleno de tinta, parecía que venía de un taller de coches, más mi padre que era jefe de cierre. Llegaba a esa hora y entraba como un elefante en una cacharrería, con ganas de decirnos buenos días a todos nosotros, con su papelón de churros. La mesa del comedor la surtía con todos los periódicos que había de ámbito local y nacional, ahí, “pa que leáis”, el Ya, el Pueblo, El Alcázar, Suroeste, la Hoja del Lunes, ABC. De tanto picar me encantó la prensa y leer.
CH – Y cuando vas tú de ocio ¿qué tal cliente eres?
EV – No me puedo definir, no sé si por mi personalidad o por la profesión, me gusta que todo el mundo lo pase bien. Yo no soy feriante, para tomar una copa de vino buena y una tapa entre amigos no hace falta que me metan en una ciudad de arena y tablas, pero si hay que ir, que siempre pongo un pero, voy y soy un gran anfitrión y me divierto y hago que la gente los pase bien.
CH – Tú eres más de Semana Santa, pero este año nada.
EV – Sí, yo soy muy capillita. Nosotros los cofrades hemos sido los más perjudicados de todas las fiestas de España, porque nos cogió en pleno confinamiento y no pudimos hacer nada, ni visitar la capilla siquiera. Un cofrade antiguo, tiene casi 100 años pero está muy bien, me dice que esto ha sido peor que en la Guerra Civil, que estaba todo el mundo en la calle y había unos altares preciosos aunque no salieran las cofradías.
CH – Esperemos que esto se vaya arreglando.
EV – Yo creo que la solución es la vacuna y el sentido común. Septiembre va a ser muy difícil.
CH – Claro, y para esos sitios, como el vuestro, pequeños, tradicionales de Sevilla, muy complicado.
EV – Yo creo que la solución no está en poner tantas normas y tantas medidas, yo tengo que abrir y tengo que trabajar, la solución está en que impere en cada persona el sentido común, que el que entre lo haga con su mascarilla, se lave las manos y, como se dice aquí, de reojo mire el espacio y si ve que está un poco lleno el bar se vaya a otro sitio.
CH – Aunque dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos.
EV – Pues ese es el que ha de imperar. Yo soy muy taurino, los toros no entran dos veces por el mismo agujero, esto es igual, la gente no va a volver a confinarse en su casa, van a salir protestando. Ahora empiezan los colegios, la gente tiene miedo, van a estar muy reticentes. En hora punta de desayunos no hay nadie en la calle, aunque ya digo que es mala época para el centro. La gente está metida en una burbuja de Julio Y Agosto, pero cuando llegue la realidad de Septiembre sin piscinas y sin playa, veremos, va a ser tela.
CH – En fin Emilio, a ver qué pasa, pero ojalá nos veamos pronto en Casa Moreno.
EV – Eso espero, y a ver si seguimos charlando. Un saludo.