por Miguel Ángel Vázquez.
Esta extraordinaria crisis sanitaria del coronavirus nos está permitiendo extraer una serie de enseñanzas para enfocar el día después. La primera es proscribir la perniciosa y fallida doctrina del liberalismo que campa salvaje desde 2008, un pensamiento único que hoy nos penaliza y que nos ha traído consecuencias dolorosas para el conjunto de la sociedad que queremos desterrar para siempre. Cuando superemos la emergencia sanitaria tendremos que hacer frente a una nueva crisis económica y social en la que hay que enterrar la ortodoxia neocon del recorte del gasto público y de liquidación de mecanismos que preservan la igualdad de oportunidades. No hay que dejar a nadie atrás. No podemos tropezar dos veces en la misma piedra.
La Unión Europea ha estado a punto de reincidir en el error de la crisis anterior, pero ha rectificado a tiempo por la presión de los países del sur, gracias al liderazgo de España y el presidente Pedro Sánchez. Los socios del norte eran renuentes a dar una respuesta solidaria y unitaria a esta pandemia. In extremis, se han dado cuenta de que era necesario, absolutamente imprescindible, corregir el rumbo. Se va a poner en marcha una especie de Plan Marshall, dotado con 540.000 millones, un paquete de emergencia que no está condicionado a ningún programa de ajustes o reformas. Bien está lo que bien acaba, aunque hemos estado a punto de volver a las andadas. Se ha alcanzado un gran acuerdo que rehabilita el proyecto común europeo y que nos reconcilia con los principios fundacionales de la Unión.
Esta crisis es global y su origen está fuera de España. Sin embargo, la oposición, especialmente la derecha y la extrema derecha, la circunscribe al ámbito doméstico porque está más en el desgaste del legítimo gobierno de este país que en derrotar al virus. En lugar de esta demencial cruzada de falso patriotismo, los conservadores podrían hacer autocrítica y propósito de enmienda porque una de las lecciones aprendidas es que tenemos que reforzar los servicios públicos fundamentales. Ahora recordamos el ajuste de 10.000 millones de euros que el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy impuso en la sanidad y la educación públicas. Una podadora que con fruición emplearon los gobiernos autonómicos del PP para privatizar hospitales, eliminar camas, sacar prestaciones del catálogo público y despedir a profesionales sanitarios. De aquellos polvos, estos lodos. Hoy nos hemos encontrado con menos recursos humanos y materiales para plantar cara al Covid-19. Esto requerirá una respuesta de todos, fundamentalmente desde las autonomías, que tienen competencias exclusivas en esta materia, para reforzar el sistema público de salud. Que la próxima emergencia nos coja prevenidos.
Otra de las conclusiones es que tenemos que proteger más y con más medios a nuestros mayores. Produce un dolor insoportable ver el número de personas de elevada edad que han perdido la vida en residencias. Esta cruda realidad nos obliga a incrementar los mecanismos públicos de control de estos centros, elevar los estándares de calidad y los requisitos para su apertura. Nuestros mayores han de tener garantías suficientes en la recta final de sus vidas. No podemos regatear recursos para las personas que con su esfuerzo y sacrificio nos han hecho crecer como sociedad y como seres humanos.
También hemos aprendido que España tiene que cuidar más a la ciencia y contar con tejido productivo propio que nos abastezca de tecnología, fármacos y material sanitario a fin de encarar pandemias de esta magnitud con éxito. La compra en los mercados de estos bienes se ha convertido en una suerte de subasta, en una selva en la que impera la ley del más fuerte, en el caldo de cultivo de arribistas, aprovechados y piratas. A partir de ya tenemos que forjar una estrategia propia y en sintonía con nuestros socios europeos que facilite una respuesta eficiente a situaciones venideras.
Y tristemente hemos vuelto a constatar una realidad insoportable de la política nacional, que no por archiconocida deja de resultar decepcionante. A regañadientes, Europa ha sido capaz de dar una respuesta conjunta, un ejemplo que en España se antoja imposible por responsabilidad exclusiva de las fuerzas políticas de la derecha. Como ya hiciera en la crisis de 2008 (el “que caiga España que ya la levantaremos nosotros” con que nos obsequió Cristóbal Montoro), el PP actúa sin visión de Estado y en clave cainita, usando de nuevo a las víctimas como arma arrojadiza y priorizando unos supuestos beneficios electores en lugar del bien común. Sana envidia del ejemplo que nos brinda nuestra vecina Portugal yendo todos a una.
Una estrategia disparatada y egoísta de la derecha frente a la que resalta el comportamiento cívico y el compromiso de un pueblo que, desde el trabajo en los servicios esenciales o desde el confinamiento en sus casas, está a la altura del reto que nos ha tocado enfrentar. De esta saldremos y estoy convenido que más fuertes y en un mundo distinto al que conocíamos.
Queréis dejar la puta política a un lado , putos retrasados de mierda , y arrimar el hombro para solucionar esto ???
No os dais cuenta de que así no se soluciona nada ?? PSOE Podemos PP VOX , que más da , se están muriendo miles de personas por un virus que todos saben quien originó y quien se beneficia .
Hecharle cojones y escribid sobre ello .
Dejad la política hasta que esto acabe y luego que el pueblo decida .