Etapas

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Por Miguel Ánguel Vázquez.

Cuando te asomas retrospectivamente a tu vida, observas el corte de una excavación arqueológica donde la superposición de sedimentos va conformando y definiendo tu trayectoria. La existencia no es más que una sucesión de episodios que cincelan tu personalidad, un catálogo de vivencias y experiencias, de alegrías y contratiempos que delinean tu tránsito vital, una suma de etapas, encuadernadas fascículo a fascículo, para componer un tomo biográfico que sólo adquiere sentido en su conjunto. Por tanto, cada proceso de cambio hay que afrontarlo como una oportunidad de conocer y experimentar, de ampliar ese compendio existencial.

Toda esta perorata viene a colación de que esta semana pasada he pasado otra página vital, y van… Cuestión de edad. En concreto, he cerrado mi periplo en el Senado para volver a Andalucía, en principio, a mi puesto de trabajo. Han sido dos años y diez meses en la Cámara alta de una enorme intensidad con dos elecciones generales y una circunstancia tan excepcional como la mayor pandemia mundial en cien años, que nos ha modificado, y de qué manera, el paso a todo el planeta. Me llevo un fantástico repertorio de momentos, de enseñanzas y de amistades que forman parte ya de mi imaginario particular.

No hablo desde la nostalgia, sino desde la gratitud. En términos políticos, no sólo es que entienda el relevo, es que lo comparto y lo suscribo. Me considero una persona de partido y para que una organización funcione todos y cada uno tenemos que actuar con criterio colectivo, conjugando la primera persona del plural, pensando en el interés general. Por esta razón, ante la sugerencia de devolver un escaño que era del PSOE y no mío, no cabía más respuesta desde la ética que entregar a mi partido ese acta, por convicción profunda y con absoluta normalidad. El respeto de las reglas del juego internas constituye la piedra angular de la convivencia (y la supervivencia) de cualquier organización.

En términos personales, este nuevo capítulo me permite desarrollar mi actividad a tiempo completo en Andalucía y, sobre todo, estar más cerca de la familia, aparcando por una temporada una trolley con más kilómetros que el baúl de la Piquer. Ya toca estar cerca de la gente que quieres y aun así habrá que conciliar los casi 200 kilómetros que separan mi Sevilla natal y la Estación de San Roque. La familia diseminada dificulta pero no impide. Con habilidad se consigue lo imposible.

Cuando se cierra una puerta, otra se abre. Coincidiendo este fin y comienzo de etapa con las previas de las fiestas navideñas, no deja de sonar en mi cabeza la canción de aquel famoso anuncio de turrones: «Vuelve a casa, vuelve, por Navidad». Nuevo reto, nuevas esperanzas. Cualquier edad es buena para soñar. Seguimos para bingo.