Por Diego Jiménez.
El Fútbol de octubre en Nervión tiene otro aroma del que se respiraba a comienzos de junio cuando el Sevilla festejaba haber tocado plata por Séptima vez como campeón de la UEFA Europa League.
Del “Mendilover” y el “Mendilíbar nos lleva Budapest” al “Gracias Mendilíbar, fin de ciclo” en poco más de 4 meses. Y es que este caprichoso deporte no tiene memoria, ni entiende de historia o de noches de gloria; se rige por los resultados, la clasificación, la gestión de los egos de los futbolistas y por el beneplácito de la afición.
Mendilíbar, D. José Luis, un “zorro” del fútbol de barro y del que se ve y se juega en 3D, ha pasado en meses de héroe a villano por culpa de todos esos condicionantes que no pudo o supo gestionar y que trazan, irremediablemente, el camino de un entrenador.
Ya lo decía el Sabio Luis Aragonés “yo siempre voy liguero de equipaje y con mi maleta de ruedas”. Y el de Saldívar ya movió la suya camino de su tierra tras el empate, in extremos, ante el Rayo (premonición meteorológica de lo que le venía encima).
En su blog de notas, todo entrenador debe poner siempre negro sobre blanco de lo positivo y negativo en una trayectoria deportiva, por larga o corta que haya sido. Y en el caso de Mendi, la balanza de la flecha hacia arriba es grande en su favor: tomar las riendas de un equipo en descomposición y caída libre, sin orden ni concierto, salvarlo del descenso y hacerlo campeón tumbando a gigantes como Juventus, United y Roma en una Final en Budapest para la historia.
Pero el fútbol entiende del aquí y el ahora, por eso la cuerda se quebró un 8 de octubre: con un equipo que gana a impulsos, por debajo de la mitad de la tabla, con dos derrotas menos que el colista, sin haber ganado aún en Champions y con un vestuario al que vayan ustedes a saber cómo está llegando la gestión de grupo que está realizando su entrenador.
Mendilíbar, como Aragonés, se marcha como llegó ligero de equipaje, valiente, yendo de frente y fiel a su estilo. Quizás lo arollaron el tremendo nivel de exigencia e impaciencia de un club que vive instalado en una permanente erupción a todos los niveles.
Y ahora cuando se aproxima, aunque no lo parezca por el sofocante calor, la tan famosa fiesta del “truco o trato” le toca al nuevo director deportivo la patata más caliente desde que lleva en el cargo: la elección de un sustituto con el que el Sevilla FC no se puede permitir el lujo de fallar, tras 4 entrenadores en apenas 1 año.
“Hoy en día es más llevar el grupo que entrenar mejor o peor”, le leo a Mendi entre sus frase más célebres como entrenador.
El tiempo pondrá y quitara acerca de si el grupo responde al nuevo míster y a las exigencias de una afición a la que ya se le agotó la paciencia de los malos resultados. Veremos qué pasa en estos 7 meses y medio de competición que restan.