Un botón como muestra de las ejecuciones de trabajadores municipales en la fosa de Pico Reja

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Foto de Juan MIguel Baquero

En un ataúd en la fosa de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando, ha aparecido la primera constatación de la represión franquista sobre los funcionarios del Ayuntamiento hispalense en los estertores del golpe militar.

Un pequeño botón con las letras doradas donde se lee el lema municipal de Sevilla, NO&DO, hallado en los restos del cuerpo de un joven de unos 20 años, que presenta una herida de bala en el cráneo, podría arrojar luz sobre el destino de la casi treintena de trabajadores del consistorio o de la diputación provincial que fueron ejecutados entre 1936 y 1941, según ha indicado el historiador José Díaz Arriaza.

El cuerpo de este joven es uno más de los 2.003 que se han localizado desde que arrancaron los trabajos de exhumación de esta fosa común, la primera fosa común cuya exhumación se acomete en la ciudad de Sevilla y que es también la de mayor envergadura que se afronta en el conjunto del país.

De los 2.003 cuerpos hallados, 316 presentan evidencias de muerte violenta. Unos datos que evidencian la magnitud de la fosa, la de mayor envergadura en la que se está trabajando en España, y de la crueldad con la que se manejó el general Gonzalo Queipo de Llano. “Esto era para ellos un basurero donde arrojar cuerpos”, explica Juan Manuel Guijo, director de intervención de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que lidera la investigación.

Los trabajos de campo proyectaban encontrar más de 15.000 cadáveres. Con 671,34 metros de longitud (66 más de la dimensión inicialmente barajada por los historiadores) y una profundidad aproximada de cuatro metros, la fosa común de Pico Reja alcanza 2.685,36 metros cúbicos y en ella se encontrarían muchos más de los restos de 1.103 personas, que en un principio se habían estimado.

El botón encontrado en Pico Reja es de uno de los uniformes del Ayuntamiento de Sevilla, probablemente de la Guardia Municipal, aunque se trata de una hipótesis que aún debe ser corroborada. “El diseño de la insignia es antiguo, de finales del XIX, y pervivió hasta la década de los cuarenta-cincuenta”, explica Guijo. El ataúd se encontró en un espacio de 1,5 metros de ancho por 1,80 de largo junto a otros tres cadáveres desprovistos de cajas mortuorias. “Todos tienen un impacto de proyectil y uno de ellos tenía las manos atadas”, describe Guijo.

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