Hoy sábado a las once y media de la mañana se ha celebrado la Misa exequial del cardenal Carlos Amigo en el Altar del Jubileo de la Catedral. El ritual comenzó con el traslado a hombros del féretro por sacerdotes diocesanos, laicos de la diócesis y religiosos Hermanos de la Cruz Blanca hasta la Seo hispalense.
El recorrido ha sido: Plaza Virgen de los Reyes, Calle Cardenal Amigo, Calle Alemanes, Avenida de la Constitución hasta entrar en la Catedral por la Puerta de la Asunción reservada a acontecimientos muy solemnes de la Archidiócesis.
El cortejo ha estado formado por el turiferario, la cruz entre los ciriales, los seminaristas, acólitos, diáconos, sacerdotes concelebrantes, el Cabildo Catedral, el Consejo Episcopal y el arzobispo.
Llegados al altar, el féretro se ha colocado en el centro del presbiterio bajo el paño funerario negro, de espaldas al altar y de cara al pueblo. Junto a él estaba colocado el Cirio Pascual encendido y, rodeándolo, cuatro candelabros.
Tras la Misa se procedió a la inhumación de sus restos en la Capilla de San Pablo de la Catedral, que se encuentra entre la Capilla Real y la Puerta de Campanillas.
Detalles de la liturgia
Tras la monición, el arzobispo hizo una oración junto al Cirio Pascual encendido y colocó la casulla y la mitra sobre el féretro, a un lado, el báculo y el evangeliario, “para que, como consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos”.
Seguidamente tuvo lugar la liturgia de la Palabra, el rito de Comunión y conclusión. Durante la celebración se interpretaron los cantos rituales y otros cantos polifónicos por la Capilla de Música y la Coral Polifónica de la Catedral dirigida por el Maestro de Capilla don Herminio González Barrionuevo.
Último adiós al cuerpo del cardenal Amigo
Mons. Saiz Meneses se dirigióa a los fieles: “Antes de entregar a la tierra, de donde fue formado, el cuerpo de nuestro hermano el Cardenal Carlos, obispo de esta diócesis de Sevilla, despidámonos de él con un último gesto de respeto y de veneración. Hecho templo vivo de Dios por el bautismo, participó después en el sacerdocio de Jesucristo por el sacramento del orden. Sus manos fueron entonces ungidas para bendecir y perdonar. Sus labios destinados a predicar el Evangelio, y su corazón a acoger paternalmente a todos los hombres”.
Este último adiós está marcado, pues, por la gratitud y el reconocimiento hacia una vida sacerdotal gastada en el servicio de Dios y de la Iglesia.
Tras unos momentos de silencio se encomendó al cardenal Carlos Amigo en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor y de los santos pastores. Todos los presentes oraron unos momentos en silencio.