La guapa del barrio

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Por Avanti.

La Pura Concepción de la vida. Ella, la que borra lo malo, subraya lo casi bueno, tira del mantel y pone la mesa.

Mira que nuestras madres son bonitas, pues la Madre del que manda de verdad es aún más guapa.

Ella, la Pura Concepción es tan bonita como la estampa borrada de la Soledad en la cabecera de mi abuelo, como las Penas entre los dedos de mi chavea cuando llega a Sevilla y pregunta: “¿Papá, esta Virgen cuál es?”

La Virgen, fue, es y será la más guapa de nuestro barrio. Ella tiene el swing de la que viene para quedarse, del padre no complicando y de la madre solucionando.

Ella, la Inmaculada, tiene aroma de hermana guapa asomada al balcón de la abuela, de atardecer de invierno oliendo a arañazos de niñez, a recuerdo sin flores y con vasos.

A la que manda de verdad no le hacen faltan legiones de coroneles para conquistar. Llegas, la ves en el altar y la tropa, tu tropa se rinde sin más.

Es ella y el resto del Universo. La madre de la madre de todas las madres.

Se va la vida y Ella sigue. Hasta el azahar es azahar gracias a que Ella lo respira justo en esa esquina donde pasea bajo palio con más gracia y compás que cien bienales de flamenco seguidas.

El solo de Amarguras, las mariquillas de la Esperanza, las bambalinas de Montesión, la alegría de Montemayor, el salitre del Carmen y sobretodo el canasto del monaguillo. Ella es Ella y lo demás es tierra por conquistar.

Y es que, querido amigo, la vida no es más que Ella, la Pura Concepción, esperándote a darte un achuchón eterno.

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