Los túneles de la memoria

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Por José Muñoz Almonte.

“El metro: un túnel sin salida”. Conservo aquél folleto en el que se nos explicaba a los ciudadanos -lo de las ciudadanas aún no había llegado- el por qué había que enterrar unos túneles de un transporte que hubiera supuesto, hace 40 años, el tercero de España. Resulta que, pasado un tiempo, los mismos que enterraron aquellos primeros túneles tuvieron que desenterrarlos a regañadientes y forzados por un pacto municipal.

Esto que digo no es memoria histórica, democrática, selectiva, partidista, etc. Es simplemente memoria sin adjetivos, en todo caso por la gloria de mi madre, como aquél “café café” de la posguerra. Y es que hoy hablar de memoria empieza a ser sospechoso. Enseguida algunos se ponen en guardia y dispuestos a clasificarte dependiendo de qué te acuerdes. Ya no es lo mismo acordarse de los crímenes del franquismo que de los crímenes de ETA. Dime de qué te acuerdas y te diré quién eres. Mal asunto si dices que te acuerdas de los dos por igual.

Pero a lo que iba. El desenterramiento del metro de Sevilla, enterrado por inviable, desfasado y quién sabe si por franquista, se hizo gracias a un partido de los denominados bisagra, el PA, por un pacto de desbloqueo con uno de los dos dominantes que, hasta entonces, habían estado jugando con el proyecto como si de la bolita de los trileros se tratara. Otra cosa es que también, por ese pacto, hubiera que hacer otros metros en sitios donde ni siquiera se lo habían planteado o tranvías cuyas vías solo sirvieran después para aparcamiento. “Andalucia no es solo Sevilla”, decían. Pero esa es otra historia. La nuestra va de túneles. Y otra vez referida a Sevilla, solo que esta vez sin un mal pacto ni partido bisagra que llevarse a la boca.

Los túneles bajo el río para conectar la SE 40, al igual que el sombrero de la canción, me los quito y me los pongo, alilongo, alilongo. Es lo nuestro. Alguien dice que si Coria estuviera en el País Vasco los túneles ya estarían hechos. Pero resulta que quien lo dice es del partido que hoy está en la oposición, y está más que demostrado que es exactamente lo mismo que diría, de estar en esa situación, el representante del partido hoy en el poder. Es una película que los sevillanos y – ahora si- las sevillanas tenemos demasiado vista. El argumento siempre es el mismo aunque cambien los actores.

Estos túneles no es que no tengan salida, es que, a diferencia de los del metro, ni siquiera han tenido entrada. Los mismos que los aprobaron son lo que ahora los rechazan y vuelven a hablar del mismo puente que ya rechazaron en su día. La cosa va de dinero, por lo visto. Nuestro alcalde alerta por si esos dineros se van adonde, y ahora con más motivo, siempre se han ido. Mientras, el barquero de Coria sigue transportando personas y vehículos. En realidad sigue siendo lo más barato. Es el mismo sistema que usaban las cigarreras de Triana para ir a su trabajo en el siglo XIX. Barato y romántico. Y, por supuesto, demagogo todo aquél que se le ocurra hablar de progreso o preguntar por aquello de la Segunda Modernización. Cosas de la memoria, con perdón.

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