Mi azotea preferida

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Por Avanti.

Aún recuerdo cuando mi Tía Marisa apareció con ella en su regazo, en ese mismo momento supe que mi vida ya no sería la misma.

Ella tiene esa capacidad de volver el tiempo normal en tiempo para guardar. De convertir a un pamplina como su padre en la persona más importante del universo, de su universo.

 De seis a siete en patinaje, a tiempo completo en mi corazón.

La del lloro y la sonrisa en la misma frase. La que con cada año que cumple me empuja a decir siempre la verdad, la del “papá no hagas tonterías delante de mis amigas”. La del primer y último beso del día.

Mi azotea preferida, los ojos de mi Marta.

El color que le falta al arcoíris para ser perfecto; la moneda del bolsillo que no te esperabas; el besito en la frente de mi abuela; la que tiene en la mirada color “papá te quiero”.

A la que se le olvida el libro de la tarea; la de la media barra de pan de postre; la que le echa cuento a los cuentos; la del eterno “diario secreto de Marta”; la de los carteles en la puerta avisando de los peligros de colarse en su cuarto.

La que cuando te da la mano te rescata de la desidia.

Me imagino mi vida siempre pegado a ella, envejeciendo de la forma más decorosa posible, arrugando mi mirada con ella reflejada en mis pupilas.

Ojala mi último aliento lleve dentro de los pulmones el aire de un Te Quiero de mi Marta.