No tengo la intención

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Por Avanti. Contador de Pamplinas.

En esta vida igual de importante es “querer algo”, que eso tan importante de “no tener la intención”.


            Os pongo en situación: reunión de amigos en un cumpleaños y sale el tema de los “seguros de vida”, vamos,  el de los muertos de toda la vida de Dios. Pues eso, que el único que no tenía seguro de “hasta aquí has llegado miarma” es el que os cuenta ésta pamplina.

            Y el personal sorprendido con mi respuesta: “pues no tengo seguro de vida por qué  no tengo la intención de irme al barrio de los callaítos a corto plazo”.

            Os lo explico con un ejemplo; yo cuando salgo a la calle siempre llevo en el bolsillo dinero que sea múltiplo de lo que vale una cerveza en el bar de mi calle. Exacto, llevo dinero porque tengo la intención de castigarme el codo en el bar de mi calle.

            Eso de pagarse uno mismo el pijama de madera no lo contemplo, prefiero subir a la azotea y darme cuenta de lo bonito que es mi pueblo cuando el sol me dice adiós con la manita y me tira un besito desde lejos.

            Prefiero dejarme llevar y dedicar el patrimonio de mi anoréxica cartera en brindar y recordar historias que ya no sé si de verdad ocurrieron antes de saber si mi seguro de vida incluye corona de flores o no…soy más de jarrones de claveles color rosa subterráneo la verdad.

            Los seguros de vida los he cambiado por  un seguro mucho más fructífero; el “seguro de que mañana será un gran día”.

            Me gusta imaginar que el único chofer que tendré aún no ha empezado a corretear por las plazas de su barrio. Me gusta pensar que las agendas se irán amontonando en la repisa de mi historia.

            Es que morirse tiene que ser muy  jodido, no sé, todo muy frío. Por eso no tengo la intención de pagar de mi bolsillo eso tan poco agradable de vestirse de Viernes Santo sin que esté  la Carretería en la calle Barcelona esquina con la Plaza Nueva.

            Y es que tener amigos es saber que ya tienes el mejor seguro de vida y que después de pasado mañana habrá otro pasado mañana.

            ¡Coño, tengo en el bolsillo 4,8 €, vente que te invito!

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