Ojana

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Por Raúl DG. @Rauldga.

Esa “Espantá” que nos trajo Avanti, ha servido a este que suscribe, a buscar entre varios estantes y desempolvar esos documentos que hacen ver que fue ese año de 1939, uno muy propicio para los visionarios que querían aeropuertos por toda España. Un año, en el que este país estaba tieso como una mojama, como consecuencia de una guerra civil que venía padeciendo y por dictador había un caudillo, más serio que el muñidor de la Mortaja. Y de todo ello, los excelentísimos señores gobernadores de la provincia aprovecharon para reunirse y ver quién sería el primero en construir un aeropuerto.

Allá por Huelva, hubo otro que también se lo quiso llevar más calentito que un chocolate en la madrugá viendo la Esperanza de Triana. A todo ello había que darle más publicidad que al Circo de la Feria y, las rotativas de la prensa, dijeron allá que vamos.  En marzo de aquel año, se constituye la Junta del Aeropuerto y comenzaron pidiendo dinero a todos los pueblos de la comarca, bajo el título de «Ayudar a sufragar los gastos menores», que no sé cuáles serían esos gastos, tal vez la pintura de la pista. Cualquiera no soltaba la manteca, bajo la atenta mirada del Comandante de puesto, del que mandaba en la JONS, el Comandante de Marina que también pasaba por allí y para no faltar, entre otros, el Jefe Provincial de la Propaganda. Se escogió un terreno en “La Punta del Cebo”, y en el año 1940, trabajaban ya una decena de obreros y hasta ocho años más tarde, no se aprobó el desbroce, reparo y apisonado de las obras. Pero mucha propaganda, mucho terminar las importantes reuniones al grito de Franco, Franco, Franco y arriba España y con el tiempo, ni aeropuerto terminado, ni pista, ni ná de ná. Aquello se enterró como el hacha de guerra de los indios iroquese.

Tanto se quedó en ojana el asunto, que no se volvió a hablar de ello hasta once años después, cuando un capitán de aviación expuso en prensa, el coste que supondría la construcción de un aeropuerto en Huelva, dando importancia a que lo primero es “buscar el sitio de emplazamiento, cosa nada fácil de hallar dadas las condiciones que ha de reunir» y ya de paso, la creación de un Aero-Club local, algo muy provechoso para la juventud “choquera”.

Y como pasa en nuestro país, en el año 1969, volvieron a desempolvar el dosier del aeropuerto y de la noche a la mañana, encontraron un emplazamiento para los terrenos, en término de Moguer, pero como el título de aquel programa de Paco Lobatón, “Quién sabe dónde”, con el paso del tiempo, nada más se supo del asunto.

Quién sabe, si en el futuro, algún político lumbreras vuelva a querer apuntarse el tanto de un aeropuerto en Huelva y llevarse también los “jurdeles” para su cartera.

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