Olor a azahar en Sevilla

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Por Diego Jiménez.

En pocos días se cumplirá un año, sí, un año, desde que los ciudadanos recibieran el «bombazo» informativo de que un virus mortal ponía en riesgo nuestra salud, nuestra normal convivencia que iba a romper nuestros hábitos y modos de vida, nuestra manera de desarrollarnos como personas.

¿No tienen la misma sensación que este plumilla de estar metido en una máquina del tiempo y que alguien desde fuera les ha gastado una mala broma de darle al botón para que todo gire y termine en el punto de partida?.

Un año ha pasado, casi, desde que nos confinaran (maldita palabreja); nos limitaran nuestra movilidad para preservar la salud; nos «invitaran» a llevar mascarilla; a tener reuniones limitadas y que nos prohibieran salir de casa a una determinada hora en la pesadilla del toque de queda.

Y en ese año, dejando atrás terribles tragedias por perdidas humanas y enfermos por la Covid-19, han pasado tantas cosas que por la vorágine diaria en la que vivimos instalados, no terminamos de digerir. No disfrutar en su máxima expresión de las Fiestas de Primavera, como extensión de la flor de azahar que asoma entre naranjos de la Invicta, Leal, Noble y Mariana, ciudad de Sevilla. De un verano atípico en el que nos refugiados en la proximidad de la familia, sin importar demasiado el destino; vivir con tristeza e impotencia el terrible aumento de fallecidos y enfermos fruto de un virus al que combatir con una «legión» de vacunas;  darle la bienvenida a un 2021 al que le pedíamos «que fuera mejor que la pesadilla del anterior», hasta llegar al punto de partida. Andar mirando con lupa las comunicaciones de la Junta de Andalucía sobre cierres perimetrales; números clausus en reuniones de personas o limitaciones horarias en la hostelería y los comercios.

Y un año después con olor y la vista puesta en el azahar de Sevilla a las puertas de la primavera, me quedo con lo bueno de soplar las velas como colaborador de Centro Histórico con el que compartí sus 20 años de vida contando historias de la Ciudad; y con su fidelidad lector, al que agradezco su complicidad compartiendo reflexiones sobre la vida, el deporte, la sociedad y la cultura.

Seguiremos mirando de frente al futuro, cumpliendo años y con la valentía por bandera como la mejor pócima mágica frente al miedo.

PD – Huele, querido Paco, al azahar de Sevilla desde el Cielo y cuidanos a todos. Maldito Covid que te arrancó de nosotros, demasiado pronto.

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