¿Quién fue Juan Hispalense?

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Vistas desde la calle Juan Hispalense

Por Virginia López.

A nivel nacional, el apellido que ocupa el primer puesto de los más frecuentes es García. Le siguen los terminados en el sufijo ez, equivalente, en teoría, al castellano “hijo de”. También pueden derivar en “oz, iz o az”.

Si son aficionados, como yo, a los patronímicos, sabrán que en portugués el ez se convierte en es, que el equivalente francés es el prefijo “de”, en alemán “van” y en inglés se añade “son” o solo una s, al igual que en lenguas germanas que es “sen”. Junto a los populares británicos “Mac, Mc y ‘O”. En italiano es la terminación “ini”.  En lenguas semíticas (hebreo y árabe) se dan las conocidas variantes Ibn o Ben. Mientras que en el mundo eslavo la variación es enorme con “evich” para hombres y “ovna” para mujeres, los más conocidos.

Como curiosidad, en Islandia carecen de apellidos, por lo que usan directamente los patronímicos. Y el Rey pamplonés Íñigo Íñiguez será el primero de toda la monarquía hispana en usar un patronímico, característica que solo se da en su ámbito geográfico, lo que reforzaría que la famosa desinencia ez tuviera un origen vascuence.

El Almirante y escritor José cadalso

En la Sevilla del XVIII alguien escribió una obra de extraño título para nosotros: Comentario sobre el Doctor Festivo y Maestro de los Eruditos a la Violeta para desengaño de los Españoles que leen poco y malo. Sin ninguna connotación sexual, pero sí física y sobre todo intelectual, el apelativo de Eruditos a la Violeta había sido acuñado por Cadalso, tan solo un año anterior de esta edición del 28 de enero de 1773, en relación con las ínfulas de intelectualidad que solía ir acompañada del perfume a lavanda, jazmín o violeta, que impregnaban las levitas de tales petimetres fatuos.

El autor se presenta bajo el seudónimo de Pedro Fernández. Será Cadalso quien use ese vulgar y corriente apelativo, como ejemplo de nombre español común. Hoy día recurrimos coloquialmente a Pepe Pérez.

Sevilla en 1740

Aguilar Piñal da a entender que era un intelectual sevillano, pero quien se oculta tras ese nombre, según el hallazgo de Nigel Glendinning y considerado por Julián Marías como “una de las mejores mentes españolas de su tiempo” es el catalán Antonio Capmany Surís y de Montpaláu, casado con la sevillana Gertrudis de la Polaina y Maiquiz.

Traigo todo esto a colación porque el llamarse Juan Hispalense te une inexorablemente a la ciudad, pero no dejaba de ser un apelativo común, propio de la edad media.

No en vano, tres son los posibles candidatos a ser homenajeados con la calle homónima que desemboca al final de Menéndez Pelayo, teniendo Cano y Cueto en su trasera. Por un lado, tenemos al Arzobispo del siglo IX, por otro, al traductor del siglo XII y es el pintor, el que recibe todos los honores del callejero.

Árcangel San Miguel, de Juan Hispalense, en el Museo de BBAA de Sevilla

Juan Hispalense, pintor del Quattrocento, es conocido sobremanera como Juan de Sevilla, que a su vez es la simplificación de otros tantos dos artistas llamados Juan de Sevilla o Juan de Peralta. Pese a que las diferencias de sus obras se justificaban como una evolución del estilo, actualmente están disociados.

Juan de Sevilla, como aparece en los catálogos pictóricos, identificado como el Juan Hispalense del nomenclátor, estuvo en activo entre los años 1425 y 1450. El tríptico de La Virgen con el Niño que exhibe el Lázaro Galdiano lleva la firma Joh[an]n[e]s Hispalensis. Fue pintado para la Catedral de Sigüenza, de ahí que también reciba el sobrenombre de Maestro de Sigüenza y se ha identificado a Gastón de la Cerda, IV Duque de Medinaceli, como su comitente.

En la feria de arte Brafa de 2019, la galería Bernat puso a la venta, por vez primera, su Camino del Calvario, que había pertenecido a los Pickman. La galería ha tenido la gentileza de informarme de su venta a un particular y enviarme una foto de esta pintura al temple sobre tabla.

Camino del Calvario, de Juan Hispalense, vendido por la Galería Bernat.

No podemos confundirlo con su coetáneo Juan Sánchez de Castro, quien a su vez está diferenciado, en cuanto a estilo, con otro pintor de la época que recibe el apelativo de Juan Sánchez II pero es más conocido como Juan Sánchez de San Román, parroquia de la que era vecino y donde fue enterrado.

Y por supuesto nada tienen que ver todos los citados con el granadino y barroco Juan de Sevilla Romero y Escalante.

Valdivieso halló características de Juan Hispalenses en el Arcángel San Miguel que podemos contemplar en nuestro Museo de Bellas Artes, o en todo caso, un discípulo suyo con una técnica muy próxima, mientras Juan de Sevilla estuvo en tierras castellanas. De lo que no cabe duda es que nuestro protagonista introdujo el gótico internacional, caracterizado por un plano fondo dorado, en ausencia de perspectiva. Y sobre todo que el apodo le unió para siempre con Sevilla, aunque aún desconozcamos el por qué.