Por Avanti.
Han pasado de ser los reinos del relío a ser meras sillas y mesas donde sentarse es lo más parecido a ser prisioneros del reloj.
Los bares se han convertido en meros gestores de nuestro tiempo; “Cuando yo te diga y hasta cuando yo te diga y comiendo casi lo que yo te diga”
Plazas asediadas de mesas donde los cartelitos de RESERVADO les han robado el balón a los chavales. Mesas donde los cubiertos le han dado jaque mate a los montaitos de carne mechá.
Plazas donde las palomas tienes que llamar el miércoles para poder reservar un cuartito de adoquín y tres migajas para sábado a mediodía.
Hemos pasado del “¡Niño ya con la pelota!” al “¿Has llamado para reservar?”
Naranjos que echan de menos ser los poster de esos partidos eternos que siempre lo ganaba el que metía el último gol. Cartas digitales donde se pasa de tapas a precios de medias a enteras a precios de restaurantes.
Nos están poniendo imposible el ir a por el pan y volverse seis horas después con cuarenta pavos menos en el bolsillo y sin pan, pero con una sonrisita que se puede poner en cualquier currículo.
Los bares de mi pueblo están perdiendo el romanticismo.
Y es que querido amigo nos están birlando del bolsillo el relío. En fin, me voy a por el pan a ver si tengo suerte y vuelvo con cuarenta pavos menos en el bolsillo y una sonrisita digna de ponerlo en el currículo antes que los idiomas.