Por Javier Compás.
Está siendo la comidilla local en el mundo de los cerveceros, aparte de la denuncia a una famosa tasca por empezar la FASE 1 a todo trapo. Me refiero al robot que está tirando cañas de grifo en La Gitana Loca, esa franquicia local sevillana que ha llevado a la típica cervecería hispalense al terreno de las estadounidenses.
La Gitana Loca es a las cervecerías sevillanas lo que Ryanair a la aviación civil. Tapas baratas de rancho, cerveza ligerita y un modo operativo que sigue los modelos de los fast foods yanquis: cola para pedir, cola para pagar, autoservicio, en fin, nada que ver con lo del bar de toda la vida donde el camarero te conoce por su nombre y tú conoces el de él y toda su parentela.
Muchos se congratularán de que los avances científicos lleguen a las barras de los bares sevillanos, contra los que aleguen la perdida de personalidad del bar, de los modos tradicionales, del contacto humano y de los puestos de trabajo perdidos, contrapondrán los tópicos de siempre, que si eso es como oponerse a la invención de la imprenta, del tractor, del teléfono y bla, bla, bla. Muy bien perfecto, pero no perdamos de vista que el único avance que supone un robot poniendo cañas es para la cuenta corriente del propietario del local.
Se hace un estudio de amortización del robot, se elimina el factor humano y, de paso, nóminas, seguros sociales, turnos horarios… lo que habría que ver es si la empresa abaratará las cañas de cerveza, la respuesta seguro que es negativa, lo que se trata es de ampliar el margen, no de beneficiar a los clientes.
A mí de todos modos esto no me parece más que una anécdota, también hay máquinas de tabaco y no por ello han desaparecido los estancos. A ver qué sería de esos concursos de tiradores de cerveza que se organizan por ejemplo en la velá de Santa Ana o ese ranking de los cansinos del rubio elemento sobre las distintas destrezas de tiradores avezados en los templos cerveceros de la ciudad. Seguro que el robot no sabe poner una servilleta pinchada en el grifo mientras se cambia el barril.