Se me va

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Por Avanti.

Las hojas del calendario están agarradas a la mirada de Joselito con la misma fuerza que Bambino amasaba el amor entre sus manos.

            Lo de todas los años, nada nuevo. Joselito sopla las velas y convierte mis deseos en recuerdos, él crece y yo poco a poco voy acercándome a la otra banda.

            Yo le pido todas las noches que no crezca y él, mirándome con aires de futbolista italiano el día de su despedida, me dispara al alma un “yo lo intento, pero no me sale”

El que inventó una comida entre el desayuno y el almuerzo; el que pide el postre de la merienda; el que moja pan en el yogur; el que echa doblada la ropa al cesto de la ropa sucia o el que hace la cama antes de poner el segundo pie en el suelo.

            Mi secuaz más fiel. El que te saca del tiroteo sin agachar la cabeza; al que le da siempre el viento de cara; el que te sonríe mientras bucea; el que tira fuera la pelota para que su amigo pueda sacar y el que siempre quiere escuchar la canción que te gusta.

            Se repeina después de que le pique una medusa solo y exclusivamente para ir a ver a la socorrista del puesto de Protección Civil. Capaz de jugar un partido de futbol con camisa blanca remangada y gafas de sol, y terminar con más compostura que James Bond pidiendo su primer Martini.

            Cark Gable se retira para que pase primero mi Joselito.

            Le descorcha sonrisas a las camareras sin abrir la boca. Tiene halo de ganador, de esos ganadores que pierden por goleada y aun así salen a celebrarlo. De esos que se sientan en la grada y salen los primeros en la foto del equipo.

            La vida son las marcas que el dobladillo de la túnica de monaguillo de Joselito va dejando en mi frente.

            Llegará el día en el que los Gerry & Pacemarkers canten el You”ll Never Walk Alone  mientras su padre sentado en el bordillo del final de la calle lo vea marcharse y  le suelta un penúltimo “no crezcas más Joselito, no crezcas más”.