Por Avanti. Contador de Pamplinas.
Los condicionales en esta vida no existen; o lo haces o se queda en el intento, no hay más.
Pasamos de fase en fase y dejamos atrás un reguero de besos y abrazos sin dar que pesan más que el mismo confinamiento. Esa sensación de que nos estuvieran metiendo la mano en el bolsillo del cariño.
En mi pueblo se quiere de una manera diferente, te cuento: aquí se dan besos con la mirada, con las manos, con una frase, con una llamada, con un recuerdo, abriendo una botella, invitando y pagando el otro.
Damos besos a diario sin saber que los damos. Damos abrazos a diario sin saber que los damos…queremos sin más condición que esa, que sentirnos queridos nos hace más felices.
Besos y abrazos que hacen que el día a día sea más vida y menos cotización a la seguridad social. Besos y abrazos que nos hacen no mejores, pero sí más felices.
De un monedero jamás salieron besos de verdad.
No hay mayor fábrica de besos que el teléfono de una abuela. No hay mayor abrazo que el “Quillo, pues por casa va todo bien” de un amigo. No hay más besos que saber que los damos sin poder darlos.
Los besos no tienen IVA… ¿Se puede pedir más?
Da besos aunque sea con la mirada, no guardes ni uno. Da besos aunque sea con la mirada porque llegará el día en que nos podamos achuchar hasta que el camarero nos pase la fregona por los pies.