Típicos tópicos

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Por Miguel Ángel Vázquez. Periodista y Senador por Andalucía.

Le he tomado prestado este título a Paco Herrera: el compositor y músico sevillano que cantó hace unas décadas aquello de que «en esta típica España / no sólo hay panderetas / que también los hay tacaños, / cabezones o veletas». He recordado esta estrofa muchas veces este verano cuando las olas de calor han recorrido otras zonas de España no tan habituadas al mercurio alto y a noches de bochorno por encima del umbral del sueño. Hemos asistido al nacimiento de un nuevo concepto, el estrés térmico, para explicar la intolerancia a las altas temperaturas en esas zonas norteñas.

Aquí en Andalucía tenemos másteres de los buenos (de los que se ganan con sudor, nunca mejor referido, no de los regalados) en combatir y soportar el calor. Que el termómetro suba de los cuarenta en Sevilla en julio y agosto no nos coge a nadie desprevenido, incluso ahora con el cambio climático estos rigores térmicos trascienden esos dos meses. Es difícil trabajar cuando aprieta el Lorenzo. Que se lo pregunten por estos lares a agricultores, profesionales de la construcción y otros oficios al aire libre. También a los que sufren bajo techo porque no funciona el aire acondicionado o la empresa racanea unos kilovatios para presentar mejor cuenta de beneficios. Allende Despeñaperros, nos han tachado injustamente de vagos por practicar el sano deporte de la siesta en verano. En otros pagos el calor causa estrés, aquí vagancia. Así funciona el estereotipo.

Las estadísticas también sirven para destrozar falsos mitos. Bajo los efectos de la canícula, cuando media España combatía la depresión postvacacional, conocimos que los andaluces somos los segundos que menos faltamos al trabajo. En esta clasificación de menor absentismo laboral sólo nos superan los baleares y allí casualmente hay mucha gente de esta tierra ganándose el jornal. La indolencia y la pereza, por tanto, son otros sambenitos que nos han colocado y de los que cuesta tanto desprenderse. Que tengamos de las tasas más altas de paro no significa que seamos flojos ni juerguistas full-time, sino que el tejido productivo no es capaz de absorber a una población activa preparada que crece y que también contamos con una economía sumergida que no aflora y en la que está mucha mano de obra. Aquí la gente curra de lo lindo.

Quizás los del sur convivamos con el tópico con estoicismo, también con mucho pasotismo… O incluso nos tomemos a broma esa deformación grotesca de la realidad que suele ser consecuencia del desconocimiento. Como sostiene el sevillano Emilio Lledó, uno de los grandes pensadores de las últimas décadas, «la raíz del mal está en la ignorancia». También en la mala baba. 

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