Por Ana de la Peña.
Es sin duda un momento de esos que necesitan una dosis doble de Fe y Esperanza, donde las horas de peticiones aumentan de forma considerable y, para los que somos creyentes y practicantes, es si cabe más todavía, un momento de recogimiento y silencio pleno para contribuir a que esta pandemia y el sufrimiento de tantas y tantas personas pueda cesar lo antes posible.
Tener el privilegio de asomar mi cabecita por la ventana de cualquiera de los lugares de mi hogar y contemplar con una paz absoluta la puerta del Convento de Santa María de Jesús y sus innumerables ventanales, una puerta que siempre tiene afluencia de personas, pero más en estos tiempos de Cuaresma y caminando hacia la Semana Santa, donde son muchos los
interesados en adquirir los exquisitos dulces elaborados por las monjas con las famosas torrijas a la cabeza. El famoso culto a San Pancracio, la exposición del Santísimo o el momento de la misa diaria; son experiencias que no tienen precio.
Voces angelicales desde horas tempranas y horas y horas de movimiento en silencio para ayudar a los más necesitados, con ese señorío que derrocha quien ayuda a los demás y vive a su servicio con la exquisita humildad y devoción que tal misión requiere.
Arrancaban unos días llenos de emoción con el Miércoles de Ceniza, el 17 de Febrero de este 2021, y al ajetreo diario de ayudas y realización de todas las tareas del Convento se sumaba la puesta a punto para la celebración del Año Jubilar que culminaría con una misa oficiada por nuestro Arzobispo D. Juan Jose Asenjo a puerta cerrada por las circunstancias actuales que nos están tocando vivir, pero no menos conmemorativa y gloriosa, retransmitida por televisión y radio con una espectacular puesta en escena.
Son en la actualidad 20 Monjas pertenecientes a La Orden Franciscana y avaladas por 500 años de clausura, 5 siglos de oración y trabajo en comunidad, dirigidas por la Madre Abadesa Sor Lucía que derrocha personalidad, fuerza y esa pasión característica de quien camina de la mano de La Virgen y en presencia permanente de Jesús.
Es un honor y un privilegio tenerlas entre nosotros y disfrutar a diario de esas miradas limpias y llenas de bondad que no titubean ni un instante y que nada se les pone por delante.
No me puede gustar más contemplar en la distancia corta el intercambio de sonrisas de la hermana Sor María desde su ventanal, donde se encuentra dirigiendo la salida de los dulces, con mi hija la pequeña, que la busca desde su ventana para saludarla ,sonreírla y llamar su atención.
Tenemos nosotros la necesidad de adquirir un fiel compromiso con las instituciones religiosas y con fines sociales de nuestra ciudad que siempre están para ayudar a los más necesitados y volcadas en sus trabajos de Comunidad, aportar nuestro granito de arena construye montañas de éxito.
Y sobre todo, empaparnos de eso tan grandioso que se llama silencio…qué bonito es el silencio…..y qué beneficioso en tantas y tantas ocasiones. Y sobre todo actuar, hacer, ayudar, cada uno dentro de sus posibilidades pero en silencio ….las acciones sin ruido son tremendamente más eficaces y más gratificantes.
Aprovecho para desearos un buen mes de marzo para todos y felicitar a nuestras Clarisas por estos 500 años que hacen historia, ejemplo de vida, haciendo Camino al andar…
Buena Cuaresma para todos.