Por Ana de La Peña.
La Semana grande de nuestra ciudad es sin duda el acontecimiento más esperado y deseado para la gran mayoría de los sevillanos y la gran cantidad de personas que llegan de todas las partes del mundo para contemplar lo que puede considerarse la mejor puesta en escena histórico-cristiana y artística del mundo. Los días previos con una organización y despliegue incalculable y una ciudad en su máximo esplendor donde está todo lleno hasta la bandera y los teléfonos ardiendo a cada instante soportando la tensión de los diagnósticos del tiempo, tablas y aplicaciones llenas de casi cien por cien de lluvia a diario, vamos de locos.
Pero nos encontramos con una absoluta dualidad de criterios y deseos. Necesitamos agua, mucha agua para combatir al grave , gravísimo, problema de sequía de nuestra Comunidad y por otro lado necesitamos La Semana Santa y todo lo que ello conlleva tanto a nivel espiritual como para los sectores potenciales de servicios, turístico y de proyección de nuestra ciudad, y Comunidad en general.
Nuestro querido Presidente al frente de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, se trasladaba a Roma en visita oficial a ver al Santo Padre (y su petición fundamental y de máxima urgencia, entre otros temas, era que dirigiese una parte de sus oraciones al cielo para combatir la sequía y que lloviese mucho, muchísimo).
El jueves 21 de marzo celebramos nuestra décima Edición de Premios Valores de Excelencia sobre Agua y Emprendimiento Hídrico, poniendo en valor el esfuerzo y las grandes acciones de personas y empresas dedicadas en cuerpo y alma a combatir la sequía y mejorar la calidad de vida de todos nosotros.
El Viernes de Dolores, 22 de Marzo, Día Internacional del Agua y ya ambiente absolutamente intenso en todas las calles esperando el pistoletazo de salida con el Domingo de Ramos y las visitas plenas a las iglesias, capillas, templos. La fe mueve montañas y sin duda nada sucede por casualidad, todo tiene su porque y está escrito para que así suceda.
Los corazones partidos y los partes del clima cada vez con indicios más altos de lluvia intensa y sin duda no se equivocaron. La fe lo mueve todo y a pesar de los sofocones de quedarse todos los pasos (sin duda 38 sin salir) y muchos a mitad de camino para tener que ser trasladados sin nazarenos a sus templos, se acepta con resignación la situación pero aceptar es importante sin duda, pero más importante es reflexionar, reflexionar el porqué de todo y tomar conciencia de todo. Nada sucede por casualidad, nada. Alguna pincelada de Lunes Santo, incluso Martes Santo y pasando por el Sábado Santo con nuestro rato de Gloria, pero lloviendo a mares, sin parar.
Una Semana Santa que se fue y nunca mejor dicho No hay mal que por bien no venga. Pero ojo, nada sucede por casualidad, y lo que está claro es que se ha ido la Semana Santa pero Jesucristo está entre nosotros y un año más se simboliza su Muerte y Resurrección por nosotros, por el mundo entero.