Por Miguel Ángel Vázquez.
El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, tiene a la ciudad incendiada. Cada iniciativa que lanza genera polémica. El regidor hispalense tiene la extraña habilidad de estropear todo lo que toca. Es como un rey Midas a la inversa.
La última salida de pata de banco es el anuncio sobre la construcción de viviendas de protección oficial con precios al alcance de bolsillos adinerados en los terrenos de la antigua fábrica de la Cruzcampo. Poner en el mercado VPO de tres habitaciones a 350.000 euros no sólo es un despropósito, sino que es un insulto para la mayoría de los ciudadanos que sufre la carestía del mercado inmobiliario, ya sea para compra o para alquiler.
¿Qué joven, qué trabajador, qué familia puede acceder a una vivienda con ese coste tan disparatado? La respuesta es simple: sólo los más ricos. A una persona con un salario medio ni siquiera se le pasará por la cabeza meterse en una trampa de ese calibre. Dicen los expertos que lo que se ha destinar a vivienda para llevar una vida sin muchos agobios debe rondar el 30% de los ingresos familiares. Una hipoteca por el 80% del valor de estos inmuebles supondría un desembolso mensual superior a los 1.200 euros, más incluso que el salario mínimo interprofesional. Una cuota que no nos podemos permitir la mayoría de los mortales.
Con este desatino, el Ayuntamiento de Sevilla se pone al frente de la especulación y alimenta una burbuja inmobiliaria obstaculizando el principio constitucional de acceso a la vivienda. Es escandaloso que se lance una promoción pública a precios inalcanzables para la inmensa mayoría, que se piense en ofrecer un hogar para quien lo necesita realmente, sino sólo para quienes puedan pagárselo.
José Luis Sanz se retrata con este dislate inmobiliario en los suelos de la antigua cervecera. Su modelo especulativo y elitista ya lo sufrimos en la época de José María Aznar, cuando el PP promovió un expansionismo inmobiliario salvaje que nos llevó a una profundísima crisis con desahucios y muchas familias pasando apuros para pagar la hipoteca y llegar a final de mes. Parece que el alcalde y su jefe, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, quieren contribuir con sus decisiones a que se repita la historia. Para ellos, la vivienda no es más que un negocio.