Vuelve la muestra de dulces de conventos hasta el 7 de diciembre

Los Reales Alcázares de Sevilla acogerán durante el puente de la Inmaculada una nueva edición, la trigésimo séptima, de la muestra anual de dulces de conventos de clausura de la Archidiócesis de Sevilla

El estreno de esta iniciativa a favor del sostenimiento de las comunidades de vida contemplativa fue el año 1985. Entonces se celebró en el Instituto Francés, con una modesta representación de conventos. Entre 1986 y 1999 se optó por el salón Santo Tomás del Arzobispado, en 2000 tuvo como sede el atrio de la Catedral, para pasar al año siguiente al lugar de celebración actual, el Salón Gótico de los Reales Alcázares. Tan sólo la pandemia del coronavirus ha interrumpido, en 2020, una cita que viene a coincidir con las primeras fechas del Adviento en Sevilla. La muestra permanecerá abierta, mientras haya existencias, entre el 4 y el 7 de diciembre, en horario ininterrumpido de diez de la mañana a siete de la tarde.

Dulces de 19 conventos de clausura

En la Archidiócesis de Sevilla hay 34 conventos de clausura con 435 monjas. De ellos, 19 conventos suelen exponer sus dulces en la muestra, un muy variado surtido de repostería que se concreta en unas 290 variedades de dulces o, lo que es lo mismo, más de 6.000 kilos de dulces.

Desde la capital acudirán este año las comunidades de S. Leandro (Agustinas), Sta. Paula (Jerónimas), Sta. Inés (Clarisas), S. Clemente (Cistercienses), Madre de Dios (Dominicas), Sta. Ana (Carmelitas) y Sta. María de Jesús (Clarisas). Por su parte, serán 12 los conventos del resto de la provincia con presencia este año en los Reales Alcázares: Jerónimas de Constantina y Morón, Clarisas de Alcalá, Estepa, Marchena, Morón y Carmona, Dominicas de Bormujos, Mercedarias Descalzas de Marchena y de Osuna, Concepcionistas Franciscanas de Osuna y Carmelitas de Utrera.

Desde la organización se ha hecho un llamamiento para que los sevillanos y visitantes vuelvan a dar a la muestra la misma respuesta masiva que antes del confinamiento: “Este año volvemos al Alcázar después de dos años muy duros, es por lo que hacemos un llamamiento a los sevillanos para que sigan apoyando y ayudando a nuestras monjas con la compra de dulces de navidad que supone un ingreso imprescindible para su sustento”.

Tornos abiertos todo el año

Además, aprovechan el anuncio de la muestra anual para recordar que en los tornos de los conventos se pueden comprar estos dulces, realizados en su mayoría con unas recetas que se custodian con celo en el interior de los conventos desde hace siglos en muchos casos. “Antaño las monjas elaboraban sus dulces como agradecimiento a sus benefactores. Ahora su elaboración es su trabajo diario y el sustento para mantenerse y conservar los monasterios. Mantengamos las tradiciones, compremos productos de calidad, artesanales y completamente naturales”, reiteran.

El pasado año no hubo muestra de dulces por el confinamiento, pero ello no fue obstáculo para que las monjas volvieran a ser noticia al inicio del Adviento, ya que se diversificaron las iniciativas a favor de estas religiosas con puntos de ventas en parroquias y promociones de regalos para empresas y particulares. Este año se renueva el llamamiento a vender estos productos en los centros parroquiales y a acudir a las religiosas para regalos navideños: “Los dulces de las monjas son un regalo económico en tiempo de crisis, que gusta a todos y que se puede compartir. Productos de mucha calidad por su materia prima y porque están hechos a mano, con primor, en silencio y oración. Productos elaborados en sus obradores y que se pueden enviar, desde la clausura, a cualquier punto de España”, subrayan.

Sello de calidad ‘Ora et labora’

Los organizadores de esta muestra reiteran que “consumir estos productos es una forma de valorar, conservar y perpetuar nuestro rico patrimonio gastronómico y cultural”. Se trata de unos dulces que cuentan con el sello de calidad ‘Ora et labora’, ya que cumplen varios requisitos: están hechos en los obradores de los conventos, de forma absolutamente artesanal, y forman parte del patrimonio gastronómico de Sevilla. Además, se sirven con una cuidada presentación y tienen una producción limitada. “Las monjas de clausura no salen a pedir a la calle, no tienen subvención de ningún tipo, ellas viven de su trabajo y de las limosnas que reciben”, añaden.