Atao al maero de tus coplas 

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Por Raúl Delgado.

Quedó atrás el carnaval, allá por mayo, de Fiestas Típicas como en tiempos de blanco y negro, de las caretas y el concurso, la calle venida a menos y la plaza llenita de niños con churretes y carrozas; mayo de papelillos enfrentados, bajo la sombra de un virus y resiliencia propia de la propia vida; mayo de coplas y letras para todos los gustos: buenas, pa darle un babuchaso, pa escucharlas tranquilo y de las puñeteras que te remueven los cimientos del alma, para recordarme que yo sin Ella me muero y Ella que no se entera. Mayo, de sumisos y renacidos, caraduras de Cai, ultraortodoxos al grito de tierra y libertad y con un sólo credo repetido hasta la saciedad que nos recuerda, que después de Cádiz ni hablar.  

Pasó mayo y avisó que en meses vendrá otro carnaval, atao al maero de sus coplas, otro poniéndole un disfraz a las olas, otro de caracolas y caballitas; con un nuevo pregonero, Dios del olimpo, pulchinela y cenachero; con un nuevo cartel, gustará más, gustará menos; de Dios Momo curtido como hombre del campo, con solera, duende y misterio y que vendrá a quemar lo malo de todo cuanto haya acontecido, sabiendo que si quiere jugar con fuego, donde candela hubo, siempre rescoldo queda, para renacer de nuevo, como copla que se convierte en novia del viento, que se enmascara y mimetiza, dejando su huella en los nuevos acordes de una guitarra. 

Y ahora diciembre, mes de ensayo, del tipo que falta, del estribillo que no llega, de la letra que no encaja, de la callejera o ilegal, como quieran llamarle y que ensaya letras con poca vergüenza sin atenerse a unas normas de un concurso encorsetado y de una presentación que pase el tiempo que pase, se repite constantemente, como la clave de sol que forma un pentagrama en La Caleta. 

Decembris, lo que viene siendo diciembre, mes propicio para adherirse a dos peticiones, por un lado, la concesión de la Medalla de Andalucía para Don Julio Pardo, un viejo aspirino, nacido en el callejón de los negros una noche de ronda y por otra para que vuelva el Oso de Cádiz, a pasear por las calles gaditanas con su clásico andar, como si de Moscatel Gloria se hubiera tomado más de una botella. Para todo tenemos. 

Y aunque en estos días huela a turrón y a mazapán, a muchos nos huele ya a erizos y ostiones. Diciembre, de agrupaciones catetas, porque todos en el fondo somos algo catetos, orgullosos y locos; diciembre en Sevilla, entre villancicos, zambombas sin acento final y agrupaciones carnavalescas robando horas al tiempo, en esos ensayos hasta la anochecía templadas por el caldo de puchero recién hecho. 

Diciembre… que poquito te quea joío. Febrero, que poquito te quea a ti también. Sean felices y feliz Carnaval.