Despedida en la puesta de sol  

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Por Diego Jiménez.

Hoy en el ya bautizado “veroño” y acercándonos al penúltimo mes del año, vengo a contarles una historia que, tras conocerla, nos  desgarra el Alma, como personas y como sociedad.  

Una puesta de sol en el recinto deportivo de Palmones en Los Barrios y el silencio de un trío de árbitras y jugadoras de las selecciones de Cádiz y Sevilla en un campeonato de Andalucía de fútbol femenino, en memoria de Sandra Peña, nos invita a reflexionar sobre el sentido de la vida y una parte enferma que la sociedad tiene tras lo acontecido, por no hablar de la responsabilidad que todos tenemos, sin excepción, de construir un mundo mejor en el que miremos al que tenemos al lado.  

La escucha, la empatía, la compasión, el cariño, el abrazo y el amor, todo lo pueden como antídotos para haber evitado el adiós de una joven deportista con tanta vida por delante.

No seré yo desde este Rincón del Periodista, ni me corresponde, valorar lo que falló; pero sí invitar a todos, sin excepción, a estar atentos a las señales, tener el radar alerta y trabajar desde el ámbito de la responsabilidad de cada uno, para poner escucha donde hay ruido; empatía frente al egoísmo; compasión ante el juicio; cariño frente a la enemistad; abrazos en lugar de alejamiento y amor frente al insulto y el odio al semejante.

Hace unos días, unas maravillosas jornadas organizadas por la asociación Alma Solidaria Ayamonte, me enseñaron a través de grandes maestros y ponentes, como Enric Corberá; Christian Argüello y Joaquín Cámara, que todas las experiencias tienen un propósito de Amor siempre y que nuestra mirada es un acto de la creación.

No olvide nunca, amigo lector, que lo que crees, creas; lo que temes, atraes y lo que amas, expandes.

Querida Sandra, familia y amigos, siempre estarás en el corazón de los que estamos contigo, con lo vivido y lo sufrido, para abrazarte infinitamente y decirte desde lo más profundo del Ser, que la muerte no es el final y sí el principio de otra vida en la que te encuentres en paz contigo misma y con sus seres queridos.

Sonríe, quédate en paz y vuela alto, porque “al morir, no necesitamos facturar equipaje, ya que nuestra Alma es más ligera que una pluma”.

Hasta siempre, Sandra.