El espíritu del 28-F

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Por Miguel Ángel Vázquez.

Cada vez que se acerca el 28 de febrero recuerdo la ilusión y el sentimiento que latía en la sociedad andaluza en 1980 en las vísperas del referéndum. Nos bullía la sangre en la intuición de que suponía una oportunidad única para cambiar el rumbo de nuestra historia, para dar un golpe sobre la mesa y decidir por nosotros mismos nuestro destino. Se vivía la pulsión de las citas importantes, y vaya que lo fue. Le ganamos el pulso a aquellos que no querían que Andalucía contara con autonomía plena en pie de igualdad con otras comunidades históricas.

Y esa pasión inundaba cada casa en los pueblos y los barrios obreros de las ciudades. Mi familia no fue una excepción. La bandera blanquiverde en el balcón como símbolo del compromiso, igual que en otros muchos hogares, enseñas que tiñeron del color de la esperanza las expectativas de un pueblo que no se resignaba. Lo conseguimos con suspense por el descuelgue de Almería, que no alcanzó el 50% con un censo sin actualizar que incluía a numerosas personas fallecidas.

Los andaluces y andaluzas nos sobrepusimos a las condiciones leoninas y a los muchos obstáculos que la derecha gobernante puso en nuestro camino. Dijimos que ése era nuestro referéndum y que queríamos una autonomía de primera. Estamos, sin la menor duda, ante la más importante conquista cívica a través de la participación desde la caída de la dictadura y la instauración de la democracia. Acertamos: dejamos atrás el atraso secular de décadas de abandono y nos enganchamos con fuerza al progreso ganando derechos y libertades.

Este 28-F nos llega en otro momento crucial. La superación de la crisis derivada de la pandemia nos exige una respuesta con la misma determinación que la de hace 42 años. Tenemos un maná de fondos provenientes del Gobierno de España y de la Unión Europea. Es una ocasión que no podemos dejar escapar. Sin embargo, contamos ahora con un Ejecutivo de las derechas incapaz y paralizado que no sabe o no puede hacer frente a los retos y las urgencias que tenemos por delante.

El gabinete de Moreno Bonilla carece de iniciativa, de proyectos y de ambición. Andalucía no merece un gobierno que se resigna y que no trabaja. No conquistamos la autonomía para bajar los brazos, sino para pelear por nuestro futuro. El cambio a peor que han supuesto estos tres años de la derecha no puede enterrar nuestras esperanzas. Recuperemos de nuevo el espíritu del 28-F para comernos el mundo. En esta tierra hay mucho talento, capacidad y potencial para dar el salto cualitativo que haga posible aprehender un futuro mejor. Que la desidia de la derecha no nos robe la ilusión ni el orgullo de sentirnos parte de esta maravillosa tierra.