Por Raúl Delgado.
Él no quiere saber de religiones, el no gusta saber de patrias, el no porfía por fronteras. El solo entiende de banderas, de la suya, la que defiende con sudor y lágrimas, la que porta orgulloso y blanquirojea los campos de fútbol. A él no le gusta porque sea más bonita que la de otros. A él le gusta porque la suya, está cosida con los hilos invisibles de la derrota y las victorias. El no presume de ella por ser la que más le gustó. El presume de ella porque lleva el color rojo de la sangre, esa que le bombea en su corazón sevillista. Color rojo con el blanco del sentimiento que solo él puede llevar cuando pronuncia el nombre por el que todo lo da, Sevilla Fútbol Club.
El no entiende de viajes, más que allá donde juegue su Sevilla. Recorremos kilómetros, solo por ti, lleva tatuado en su piel y va dejando huella tras huella, camino tras camino, estadio tras estadio.
Él se enamoró de su club, por el que está dando hasta su vida. Porque su vida como el balón que está en fuera de juego se paró y dijo basta. Había que parar y lo que más le dolió de su dura enfermedad, no fueron los males, el parar en seco, el miedo a saber que pasaría. A él le dolió, más allá de su vida, no poder estar en su grada norte del Ramón Sánchez-Pizjuán o no poder viajar para ver a su equipo, porque por encima de todo, de la fe, de la salud, de la vida que le esperaba, estaba el defraudar a quien tanto ama. No traten de entenderlo, no le busquen otra explicación, porque el día que él se muera, querrá su ataúd pintao de rojiblanco como su corazón.
A él le sabe a sangre la garganta de animar al equipo, el no dejará de extrañar los viajes, él se juró un amor eterno por el escudo, por el club, por Sevilla.
Es su vida, no hay más. Es bendita locura. Esto lo sabemos algunos afortunados. Ni es un año ni otro. Es toda una vida. Y no parará mientras allá kilómetros por recorrer. Su bandera la primera, sus lecciones de sevillismo han de saberse y aprenderse, mamarse desde pequeños, de padres a hijos.
¿Y ahora? Ahora dime tu Sevilla Fútbol Club, tú que presumes orgulloso de valores, tú que llevas a gala la solidaridad con los que nunca te dejan de lado. Ahora dime tu, si Salvador no merece un pequeño reconocimiento, porque en los pequeños actos se hacen grande a las personas. Y quiero, porque así me lo permito, con el permiso de ello, que Salvador tenga por parte del club ese acto, ese saque de centro en un partido, me da igual como lo quieran llamar.
Esto no es más que mis letras como adhesión a esa campaña por un reconocimiento a Salvador, porque Salvador, es el Sevilla Fútbol Club. Vamos por ello, «Piraña».
#homenajepiraña