Por Raúl Delgado.
«Los duros antiguos» fue un galeón que, bajo bandera pirata, jamás surcó los mares ni fue protagonista en la historia de la Compañía de las Indias. Allí donde el Beato Diego de Cádiz estuvo varado durante años, y desde el año noventa y ocho fue una tienda que ofrecía algo novedoso, la mezcla de carnaval y artesanía y al timón, un solo capitán, Antonio Gómez «Chicuelo».
Pero antes de todo esto, este capitán, probó suerte en el mundo del cuarteto, como en el año 1984 en «El manager Serafín y tres sonaos del ring» o en 1986, con «El show de Rodolfo Langostino Casanovas».
A partir del año ochenta y siete y durante más de quince años, compaginó todo ese merchandising carnavalero, con ser postulante de las comparsas donde su hermano, Ángel Subiela, salía como director, que no eran otras que las comparsas de Antonio Martínez Ares. El tiempo, también quiso que «Chicuelo» viera a su hijo Sergio, como componente, en agrupaciones de este mismo autor, como en «La revolución» en el año 2002.
Sabio, como viejo carnavalero, de los que uno siempre aprendía; serio al primer encuentro, discreto sin afán de gloria; modesto y querido, nunca le conocí enemigos; supo antes que nadie que a Cádiz le hacía falta Sevilla y a Sevilla le hacía falta Cádiz, como simbiosis perfecta de dos tierras hermanas. Gracias por todo lo que me diste sin pedir nada a cambio y por todo el carnaval que me enseñaste.
«Los duros antiguos», hace años que se fue con el levante y en estos días, «Chicuelo» se nos ha marchado por la calle de la mar, porque como viejo marino, necesita estar junto a su galeón.
Descansa en paz, capitán.